El hostal más económico de Madrid

EL HOSTAL MÁS ECONÓMICO DE MADRID

[Reportaje en El País de 21.11.23]
[Texto Fernando Peinado]

La ruta es bien conocida por muchos inmigrantes en España: desciendes del avión en Barajas, cruzas los dedos para que la policía no te ponga problemas, sales con tu equipaje en busca del Metro y te bajas a cinco paradas, caminas 300 metros por las calles tranquilas de un barrio periférico y ahí está, tu primer alojamiento en Madrid, el escenario donde comienza la gran aventura, Hostel Nápoles.

Lo conocen por el boca a boca o por buscadores de alojamiento. Todo el mundo lo dice. Nápoles es la opción más barata en la capital por unos precios que suelen rondar los 10-15 euros de lunes a jueves y los 30-50 euros los fines de semana. Es un sitio austero con 12 habitaciones repartidas en tres plantas y tres salas comunes, sin decoración en las paredes ni televisión. “¿Sabes que vas a dormir en una habitación con 15, 20 personas o más?”, es lo primero que advierte el recepcionista a un interesado. “Esto es muy básico”.

Por no tener, Hostel Nápoles no tiene ni camas. Los huéspedes duermen sobre colchones inflables instalados en literas. Tampoco disfrutan de privacidad alguna. Las duchas carecen de pestillo y no existen casilleros para guardar las pertenencias más valiosas. El recepcionista ofrece depositarlas en el cuarto de lavadoras, que cierra bajo llave. La cocina es autogestionada. Los inquilinos compran su comida en un Día cercano y guardan su turno hasta que queda libre una pequeña estufa o un microondas.

La mayoría de la gente sabe lo que va a encontrar porque en internet pueden leer cientos de comentarios advirtiendo del escaso confort o el riesgo de robos (”Le doy una estrella porque no le puedo dar cero”). Pero aún así, Nápoles estaba casi lleno la semana pasada. A pesar de todas sus carencias, tiene lo imprescindible para dar sus primeros pasitos en España: un techo.

Alejandra Castillo, de 16 años, comparte una habitación de 26 colchones en litera con su tía, su abuela y otras muchas desconocidas, en el sótano del edificio. Llegaron hace un mes desde El Salvador y esperan hasta final de noviembre para mudarse a una habitación de un piso. La adolescente podrá así empadronarse y solicitar plaza en un instituto para retomar los estudios.

Cuando ya ha oscurecido, las tres mujeres vuelven al hostal donde no encuentran mucho que hacer. La abuela Zoraida, de 58 años, se marcha al dormitorio colectivo mientras Alejandra y su tía Carla, que tiene 21 años y es como una hermana para ella, tratan de matar el tiempo en una de las dos salas comunes. Pasan la tarde mirando sus móviles, sentadas en torno a una mesa sin ornamento alguno. La luz de la estancia se apaga cada 10 segundos hasta que levantan un brazo para activar los sensores de movimiento. El mecanismo parece diseñado para agotar la paciencia y mandar a los huéspedes a otro lugar.

Ellas evitan el dormitorio porque les deprime y solo entran a la hora de dormir, aunque es difícil conciliar el sueño en una sala que parece un barracón militar. Les molestan el mal olor, los ronquidos y la falta de respeto de algunas inquilinas que hablan hasta altas horas de la madrugada con sus familiares en sus países de origen. A estas alturas de la tarde, cuando ya ha amanecido en América, ya han comenzado las videollamadas. Las dos jóvenes tienen una mirada triste y están deseando que les entreguen las llaves del piso para salir de este ambiente. “Yo he escuchado ahí en la habitación que algunas hasta su cuerpo venden”, dice Carla, la tía de Alejandra.

La tía Carla ya conoce Madrid porque vivió ocho meses en 2021, cuando trabajó de niñera. Volvió a El Salvador para recoger a su sobrina y a su madre, quien, harta de la extorsión de los delincuentes, cerró hace dos años su pupusería, un establecimiento donde vendía tortas de maíz. Dicen que la seguridad ha mejorado en el país, pero han decidido emprender una nueva vida en un país más próspero.

La adolescente Alejandra nunca había salido al extranjero y está fascinada por lo ordenado y seguro que es Madrid. Le ha impresionado ver por Gran Vía a grupitos de chicos de su edad disfrutando sin miedo a ser baleados o raptados, o que los conductores circulan con precaución y se detienen en los pasos de cebra para que pasen los peatones, o que pueden comprar carne y fruta a la mitad de precio que en su país. Quiere terminar aquí el año que le queda para finalizar secundaria, llegar a la universidad y conseguir su meta: “Ser piloto de avión es mi sueño”.

No hay mucho que hacer en los alrededores del Nápoles. El entorno, en el barrio de Canillas, es un popurrí de pisos modestos y chalés caros, con poco comercio. El hostal abrió aquí después de lo peor de la pandemia, en el local donde tenían su sede los peregrinos de la Hermandad de la Virgen del Rocío en Madrid. La dueña, Liu Dongfei, controla otros hostales en la capital. En esos otros hospedajes, los estándares (y los precios) son ligeramente más elevados, según los inquilinos del Nápoles. Sin embargo, uno de los negocios de esa empresaria fue clausurado en 2021 después de una plaga de chinches. La Comunidad de Madrid dice a través de una portavoz que recientemente ha inspeccionado el Nápoles y aún están pendientes de la resolución.

Esta noche, un grupo ruidoso de españoles brinda con cervezas en el bar de Juan, el negocio que colinda con el Nápoles. Nadie presta atención al noticiero nocturno de Telemadrid donde hablan sobre la investidura de Pedro Sánchez. Ningún inquilino del Nápoles entra al bar, salvo uno. Abraham Abed. Con su gabardina y zapatos relucientes, este palestino de 65 años es la persona más elegante del hostal. Tomando un café con leche sobre la barra, explica que reside ahí desde agosto. Vino desde Jordania para someterse a una cirugía y se quedó primero en un hotel céntrico, pero como el procedimiento se ha retrasado, tuvo que buscar un alojamiento asequible.

Los primeros días en el hostal los pasó asustado de los jóvenes con los que compartía residencia. Él también había sido emigrante en España, en los setenta, pero no podía identificarse con ellos porque su experiencia migratoria fue muy distinta. Él había llegado a España con recursos para financiar sus estudios de medicina; ellos han venido sin apenas medios, buscando una fortuna incierta.

Su opinión sobre ellos cambió cuando empezó a conocerlos y descubrió “la heroicidad” de sus historias. “Los ves callados, un poco tímidos o rudos, pero cuando hablas con ellos se les cae la máscara”, dice Abed. “Descubres el sacrificio enorme que están haciendo”.

¿Quedarse o regresar?

Dentro del Nápoles, los jóvenes pasan las horas posteriores a la cena en sus dormitorios (algunos mixtos y otros divididos por género) o en las tres salas comunes. Uno de estos espacios es un rellano con un par de sofás y sillas donde se concentran algunos noctámbulos. Un venezolano explica en un inglés muy competente a unos gambianos que llegó a España hace solo cinco días, escapando de la ruina a la que han conducido a su país unos políticos corruptos, pero se queda trabado porque no encuentra la palabra para describir la malversación de fondos.

Embezzlement, it’s called embezzlement, deduce el gambiano.
Yes! That’s the word.

Un senegalés muestra a unos latinos un vídeo de TikTok donde aparece él poco antes de emprender su viaje a las Canarias. Se le ve cantando sonriente en una pequeña barca donde ha pescado un enorme pez espada.
Alejandra discute con otro subsahariano sobre uno de los debates que divide a la humanidad.

—Cristiano, dice ella.
—Messi, responde él.
—¡Cristianoooo!
—No, ¡Messiiii!

Así, llega la medianoche y empieza la lenta retirada a los dormitorios. Para dormir, deben combatir el intenso olor a pies, el concierto de ronquidos y la luz del pasillo, que golpea en la cara cada vez que alguien abre la puerta. Dicen que después de unos días uno se acostumbra.

Los primeros despiertan poco después de las 5.00. El venezolano Carlos Acero y el colombiano Heiler Roa quieren coger el primer metro de la mañana para llegar a Plaza Elíptica. Allí, como ha pasado desde hace tiempo, se recluta a inmigrantes sin documentos.

Pero a la hora del almuerzo, ambos regresan al hostal con hambre y cara de derrota. “Cada vez que llega un man con un carro se le echan 30 encima”, se queja Roa en la cocina. Llevan días caminando, preguntando aquí y allá, pero es difícil conseguir trabajo sin papeles.

Llega un momento en que cunde la desesperación, dice Acero, de 29 años, mientras prepara unos espagueti. Viste una camiseta donde ha estampado fotos de él con sus dos hijos y el mensaje “Gracias papá. Te amo”. En dos semanas que lleva en Madrid solo ha trabajado un día, como peón de obra por 40 euros que aún no ha cobrado. La buena noticia de que iba a trabajar la recibió el miércoles por la mañana en una iglesia de Lavapiés adonde acudió para apuntarse a la bolsa de empleo. Allí sonó su teléfono preguntando si estaba disponible. “Llegué de una”, dice para explicar que se marchó volando. “Va uno así alegre”.

Pero hoy no ha trabajado y ha vuelto a preocuparse. Está pensando regresar. “¿Qué voy a hacer yo aquí en diciembre chupando (pasándolo mal)?”, pregunta.

Un joven colombiano que sí tiene trabajo más continuo llega a la cocina y choca puños con él. “Todo llega. Es el voz a voz”, le dice, tratando de levantarle el ánimo.

Se llama Diego Rodríguez, tiene 27 años y trabaja en una obra. Lleva en Hostel Nápoles tres meses y ha visto pasar por aquí a muchos que deciden volver a sus países. Tras unos primeros días emocionantes, llega el bajón anímico. “Ven cómo la plata disminuye y se asustan”, explica.

“Todo es un paso a paso”, dice Rodríguez, que vendió su moto para pagar el pasaje a España. “Quiero ahorrar para mandar dinero a mis papás que no están bien económicamente. Que tengan un buen retiro”.

—¿Pero no prefieres ahorrar para salir de aquí?
—¡Sí, claro! La idea es prosperar.

Cuando salen de Hostel Nápoles en busca de suerte, todos caminan un par de calles hacia la parada del Metro. ¿Su nombre? Esperanza.

M: documental sobre menores migrantes no acompañados

M de “menor, migrante, moro, mierda, mena”
M: DOCUMENTAL SOBRE NIÑOS/AS MIGRANTES NO ACOMPAÑADOS

[entrada publicada el 24.11.22; última actualización el 23.11.23]

Este documental (estrenado el 22.11.22), nació como un encargo del sacerdote Gabriel Delgado – falleció en noviembre del 21, un referente de la Pastoral de Migraciones en la Diócesis de Cádiz y Ceuta– en un momento, antes de la pandemia, en que se estaba dando una imagen muy negativa de estos menores.

El guion es del periodista Nicolás Castellano, y lo produce la diputación de Cádiz y el Secretariado de Migraciones de la diócesis de Cádiz y Ceuta.

El documental recoge los testimonios de 14 menores que llegaron a España sin ser acompañados por un adulto/a. Menores con M de menor, migrante, «moro», «mierda», mena.

Mohamed El Harrak (Marruecos), Hicham Benay Harrak (Marruecos), Asma Bouzazi (Marruecos), Abdelliah Allouch, (Marruecos), Ismail El Majdoubi (Marruecos), Aboubakar Konate (Mali), Manadu Camara (Mali), Coussama Mazari, (Marruecos), Chouaibou Oumaru (Camerún), Linili Baulini (Malawi), Kane Baba Dit Siaka (Mali), Bilal Baulini (Marruecos), Aboybaxar Drame (Mali) y Bouba Barry (Guinea) son los protagonistas del documental. En él narran desde sus llegadas al país, algunos en condiciones extremas, cruzando el Estrecho en patera o traspasando la frontera en los bajos de un camión a su paso por los centros de acogida, para concluir con su situación actual, siendo algunos de ellos mediadores sociales, deportistas, camareros, cantantes o estudiantes. Muchos de ellos, como se expone en el audiovisual, fueron y siguen siendo víctimas del racismo.

LLEGADA DE MIGRANTES A CANARIAS: nueva investigación

Llegada de migrantes a Canarias
NIÑOS/AS DETENIDOS JUNTO A ADULTOS
– Una investigación de Amnistía Internacional España –

Imagen de Amnistía Internacional

– Entrada en la web de Amnistía Internacional España, 3.11.23 –
[La Mesa por la Hospitalidad no comparte forzosamente la información que aquí se expone, pero la propone para la reflexión y el diálogo de todos]

Niños y niñas que viajan solos detenidos junto a adultos y con sus pertenencias confiscadas.
La policía me quitó el teléfono al llegar a Canarias. Mi hermano murió ahogado en 2020 y yo no pude decir a mi madre que había llegado hasta nueve días después”.
Amnistía Internacional ha detectado, dos años después de la anterior crisis y ante un nuevo repunte de llegadas a Canarias, que continúan sin solucionarse aspectos clave para garantizar los derechos de las personas migrantes y refugiadas, especialmente de los y las menores que viajan solos.

Canarias: menores no acompañados detenidos junto a adultos. Informe de Amnistía Internacional España.
Madrid, 3 de noviembre de 2023.

Falta de información sobre sus derechos, incluido el derecho a solicitar asilo; ausencia de asistencia letrada y de interpretación de calidad; niños y niñas no acompañados a quienes la policía no identifica, detenidos y enviados a centros para personas adultas y que ven sustraídas sus pertenencias; y falta de infraestructuras para una adecuada recepción en la isla de El Hierro, donde el repunte de llegadas ha sido más acuciante en esta nueva emergencia, son algunos de los problemas estructurales a los que las autoridades no han dado solución después de que octubre se convirtiera en uno de los meses con un mayor número de llegadas de personas migrantes y posibles refugiadas a las islas Canarias.

Cerca de 23.537 personas migrantes han realizado, en lo que llevamos de 2023, la denominada “ruta Canaria”, una de las travesías más peligrosas que existen para llegar a España. 12.000 de ellas lo han hecho entre el 1 de septiembre y el 15 de octubre, de las cuales un gran número son niños y niñas que viajan solos. Pero a pesar de haber declarado la situación de emergencia, el Ministerio de Interior no ha mejorado los recursos humanos ni materiales para hacer frente a esta situación.

«El incremento repentino de llegadas puede presentar retos importantes, pero la realidad es que éstas no son inesperadas o excepcionales. Sin embargo, parece que el Ministerio de Interior se empeña en seguir improvisando respuestas caóticas a estas situaciones, aunque se hayan llevado a cabo algunas mejoras a través del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones«, señala Virginia Álvarez, responsable de investigación en Amnistía Internacional España.

Es cierto que Canarias cuenta con algunos dispositivos de acogida de emergencia habilitados a finales del 2020 gracias al Plan Canarias del Ministerio de Inclusión, Seguridad y Migraciones y que se están realizando traslados a la Península con mayor celeridad, pero la falta de voluntad política para cumplir con los estándares de derechos humanos sigue siendo evidente«, señala la investigadora, después de una misión a las islas de Santa Cruz de Tenerife y el Hierro entre los días 25 y 28 de octubre en la que ha realizado un total de 21 entrevistas individuales y dos grupales a personas migrantes y solicitantes de asilo, además de reuniones con autoridades y organizaciones.

Falta sistemática de información

Ninguna de las personas entrevistadas por Amnistía Internacional contó con asistencia letrada, un derecho que durante varias semanas no se ha garantizado en los Centros de Atención Temporal a Extranjeros (CATES) de Santa Cruz de Tenerife y El Hierro. Transcurrido este tiempo, cuando finalmente se ha producido, se ha realizado sin la comunicación adecuada, dada la falta de intérpretes suficientes.

Sin una asistencia letrada adecuada, que garantice que las personas migrantes y refugiadas puedan informarse y conocer sus derechos, y que permita evaluar de forma individual la situación de cada una de ellas, es más difícil que puedan detectarse sus vulnerabilidades y necesidades específicas. La falta de asistencia letrada y de interpretación de calidad es especialmente relevante para los casos de personas que, tal y como indicaron algunas con las que habló la organización, podrían enfrentar causas penales porque se les acuse de ser los patrones de la embarcación.

La falta de asistencia letrada de calidad también afecta al derecho de solicitar asilo. Es el caso de cinco hombres malienses entrevistados por la organización que manifestaron su interés en pedir asilo pero que, según su testimonio, al llegar únicamente les solicitaron su nombre y algún dato más, y durante el tiempo que permanecieron detenidos por la policía no tuvieron acceso a asistencia letrada, ni nadie les dio ningún tipo de información individualizada en su idioma [bambara].

Tampoco ninguna de las personas entrevistadas contaba con información o documentación notificando la orden de devolución. Amnistía Internacional recuerda que sin asistencia letrada y sin que haya habido notificación de un posible expediente de devolución, dichas órdenes, en el caso de que hayan sido emitidas, son nulas y por lo tanto no pueden ser ejecutadas. Ahora que se están produciendo devoluciones de personas en vuelos hacia Senegal, la organización estará pendiente de que no se produzcan expulsiones ilegales desde la Península.

Niños y niñas tratados como adultos

La policía solo me preguntó mi nombre, nada más. Dije que tenía 17 años, pero estoy durmiendo en una tienda con los adultos. Hace mucho frío. Van a intentar trasladarme con los otros menores, pero tengo que esperar”, explica Lamin (nombre ficticio), de Gambia, que viaja solo y que se encontraba en el Centro de las Raíces [para adultos] de Tenerife en el momento de la entrevista.

Amnistía Internacional ha constatado que las autoridades policiales no están identificando adecuadamente a los niños y niñas que viajan sin compañía de personas adultas responsables, incluso cuando su apariencia física indica claramente que pueden ser menores de edad. Un total de 12 de las 29 personas entrevistadas por la organización, y que estaban en los centros de acogida de emergencia para personas adultas, tenían edades comprendidas entre los 15 y 17 años. Todas estas personas menores de edad habían permanecido varios días detenidas en los Centros de Atención Temporal de Extranjeros (CATE), junto con personas adultas y, a pesar de ser niños y niñas no acompañados, no habían recibido ningún tipo de medida de protección adicional según obliga el derecho internacional de los derechos humanos.

Viajo sola, no conozco a nadie en Europa. He venido porque quiero ser costurera, y ayudar a mi madre, porque tengo cuatro hermanos pequeños en Gambia. Al llegar, cuando la policía me preguntó, le dije a la intérprete que era menor, pero ella me dijo que era mentira, que yo tenía 19 años. Estuve en el CATE dos días, había hombres, mujeres, todos mezclados, solo un baño. Yo tenía que dormir en el suelo porque no había camas suficientes. Ya le he enseñado a la trabajadora social mi certificado de nacimiento para que puedan llevarme a un centro para menores«, relata Amie (nombre ficticio) de 17 años, también de Gambia.

Diversas personas, muchas de ellas menores de edad, contaron a Amnistía Internacional que a su llegada la policía les quitó todos sus efectos personales, incluyendo algunos amuletos, así como los teléfonos móviles, metiéndolos en algunas ocasiones en bolsas sin ningún tipo de identificación, complicando así la devolución de estos efectos personales por parte de las organizaciones que se encargan de la acogida de estas personas.

«La policía me detuvo durante tres días, me quitaron el teléfono y nueve días después aún no me lo han devuelto. Cuando me preguntaron la edad les dije que tenía 16, pero me llevaron detenido junto al resto. Una trabajadora del centro me ha dicho que necesito presentar mi certificado de nacimiento, pero no he podido pedirlo porque sin teléfono no me he podido comunicar con mi familia«, explica Ibra (nombre ficticio), de Senegal.

Según datos proporcionados por la Fiscal de Trata y Extranjería autonómica, Canarias tiene bajo su tutela a alrededor de 4.000 menores, aunque se desconoce el número de migrantes que hay entre ellos.  Además, el Gobierno de Canarias tendría 1.980 menores pendientes de la determinación de la edad en Tenerife y 811 en Las Palmas. Amnistía Internacional sigue recibiendo información de que a pesar de las recomendaciones internacionales realizadas a España, se continúan realizando pruebas médicas sobre la determinación de la edad, incluso cuando los y las menores aportan documentación que lo corrobora. Las autoridades deben garantizar que en todas las decisiones que les afecten prima el interés superior del niño y que los métodos de identificación de la edad cumplen con los derechos humanos, y sólo se utilizan cuando existan serias dudas sobre la presunta edad de un o una menor y no se disponga de documentos u otras pruebas.

España acumula hasta 17 condenas por parte del Comité que vela por el cumplimiento de la Convención de Derechos del Niño por vulneración del interés superior del menor. El Comité ha recordado reiteradamente que mientras el proceso de determinación de la edad esté abierto, debe otorgarse a la persona el beneficio de la duda, lo que supone presumir su minoría de edad, y tratarla como un niño o niña, prevaleciendo el interés superior del menor. Además, los Estados deben nombrar a un representante legal e intérprete para todas las personas que aleguen ser menores de edad, deben abstenerse de realizar pruebas médicas innecesarias cuando existe documentación probatoria de su edad, y solo debe procederse a una evaluación global del desarrollo físico y psicológico del niño o de la niña cuando no exista dicha documentación. La evaluación debe realizarse  por pediatras y  especialistas,  sin injerencias o violaciones a su derecho a la intimidad y a su dignidad. Igualmente, debe garantizarse el derecho de pedir asilo a los niños y niñas que lo deseen, y en estos casos además de asignarles un tutor legal, debe garantizarse también la representación legal.

El Hierro, la isla más lejana del archipiélago, con la mayor afluencia

Ya en 2021 representantes de la Subdelegación del Gobierno en El Hierro, isla con una población de algo más de 11.000 habitantes, dijeron enfrentarse a problemas logísticos diarios para alojar a las 1.752 personas que habían llegado entre enero y septiembre. Sin embargo, dos años después y a pesar del incremento de llegadas (solo en los últimos meses de 2023, 9.000 personas habían llegado a esta isla, cinco veces más que en 2021), nada se ha hecho para mejorar esta situación. Las personas que han llegado han sido trasladadas desde el puerto de la Restinga a San Andrés (en el municipio de Valverde), en la parte alta de la isla, donde se ha instalado una carpa dentro de un polideportivo en ruinas que no reúne los estándares adecuados para acoger a estas personas.

En muchos casos es la población local la que se hace cargo de la atención de estas personas. Una vez más, Amnistía Internacional denuncia que las medidas ad hoc adoptadas por el Gobierno central no abordan las deficiencias estructurales de un sistema que carece de coordinación y  depende excesivamente de organizaciones no gubernamentales o incluso de la población local para cubrir las necesidades cotidianas de estas personas. Frente a esto, la organización pide a las autoridades que establezcan infraestructuras adecuadas para garantizar una acogida digna a las personas migrantes que llegan a El Hierro.

Falta de humanidad en los discursos

A la organización le preocupa que, como ya ha denunciado en el pasado, no haya una política estatal y de corresponsabilidad interterritorial para el traslado a otras comunidades autónomas que permita acabar con la saturación del sistema de acogida de Canarias. Aunque en octubre de 2022 el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 aprobó el Plan de Respuesta ante la crisis migratoria para menores migrantes 2022-2023, con una propuesta de distribución territorial y un crédito presupuestario para la atención de niños, niñas y adolescentes migrantes no acompañados, lo cierto es que la acogida por parte de otras Comunidades Autónomas ha sido muy escasa.

Además de no ser obligatorio, lo que hace que dependa de la voluntad de cada Comunidad el ofrecerse para acoger a menores, esta situación ha sido aprovechada por algunas autoridades para aumentar los discursos racistas y xenófobos que fomentan la violencia hacia colectivos en situación de especial vulnerabilidad. Amnistía Internacional recuerda que tachar de «invasión», o vincular la llegada de personas migrantes y posibles refugiadas con el terrorismo, las enfermedades, o la inseguridad nacional puede suponer una estigmatización y deshumanización de estas personas. Las normas internacionales de derechos humanos establecen que debe prohibirse toda expresión de odio nacional, racial o religioso que constituya incitación directa a la discriminación, la hostilidad o la violencia contra un grupo de personas vulnerable, lo que se suele conocer como «apología del odio». Por lo tanto, la organización exige que se tomen medidas para acabar con este tipo de discursos.

Peticiones de Amnistía Internacional

  • En materia de asilo: Garantizar el acceso a procedimientos de asilo con todas las garantías, incluida la asistencia letrada e intérprete desde el principio y de calidad.
  • En materia de acogida: Garantizar la adecuada atención y acogida de personas migrantes y refugiadas, especialmente de aquellas en situación de mayor vulnerabilidad como niños/as no acompañados.
  • En materia de menores: Asegurar la protección jurídica efectiva de los niños y niñas no acompañados y velar por que se aplique el principio de no devolución y se tenga en cuenta el interés superior del niño como consideración primordial. Impartir formación a los profesionales pertinentes y orientaciones adicionales sobre la determinación del interés superior del niño, llevándose a cabo las pruebas médicas correspondientes únicamente en casos de graves dudas acerca de la edad comunicada y considerando las pruebas documentales u otros tipos de pruebas disponibles. Además, es necesario que la responsabilidad compartida por parte del resto de Comunidades Autónomas sea obligatoria de manera que haya un reparto equitativo de niños y niñas no acompañados en todo el territorio.
  • En materia de coordinación: Mejorar la coordinación entre las diferentes administraciones e instituciones con competencia en la materia, a nivel nacional, regional y local, de manera que se adopten todas las medidas necesarias para garantizar los derechos de estas personas de acuerdo a estándares internacionales.
  • En materia de racismo: las autoridades deben abstenerse de realizar mensajes y discursos que incitan a la violencia contra personas migrantes y refugiadas o contribuyen a su estigmatización y deshumanización.

CÍRCULO DE SILENCIO en solidaridad con los inmigrantes (nov. 23)

CÍRCULO DE SILENCIO
en solidaridad con los inmigrantes
– 3.11.23 en Callao (Madrid) de 20.30 a 21.30 –

Círculos de Silencio Madrid.

Porque los delegados de migraciones de la Iglesia española acordaron que lo celebraran, en una u otra forma, todas las diócesis (más explicación y materiales en esta entrada).

Porque se está atentando contra la dignidad de las personas migrantes.
Porque sigue habiendo muertes injustas, fronteras fortaleza.
Porque los medios de comunicación y nuestros políticos manipulan el significado de nuestro vocabulario y de muchas conciencias.
¡Seguiremos denunciando toda ley y acto contra las personas migrantes!

¿Qué son los Círculos de Silencio?

  • Una acción NO VIOLENTA en solidaridad con las personas inmigrantes y de reivindicación de los derechos de todas las personas. Defendemos la noviolencia como el camino a seguir y a descubrir, que ponga siempre la conciencia por encima de la ley.
  • En Madrid se celebran desde 2011.
  • Información detallada en la web de Círculos de Silencio.