Un sistema de acogida desbordado vuelve a dejar a los solicitantes de asilo en las calles de Madrid El alcalde Almeida y el ministro Escrivá llegaron a un acuerdo para evitar que las familias que buscan acogida se queden sin techo, pero el Ayuntamiento acusa al Gobierno de incumplirlo
No es un caso aislado. Una madre y sus dos hijos llegan a Madrid. Huyen de Colombia. Son potencialmente una familia de refugiados. Después de gastarse todo su dinero disponible en dos noches de hotel, la madre pide ayuda a una abogada. Confía en que alguien les acoja. La letrada les recoge con su coche en la estación de Atocha.
— No estamos yendo tan lejos como parece, tranquilos
El trayecto no tendrá el final que esperaban. La capacidad de acogida del Ayuntamiento está colapsada, no atiende a más solicitantes de asilo. El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que es quien tiene las competencias de acogida de este colectivo, mantiene que hasta que los recién llegados no formalicen sus peticiones no le corresponde asistirles. Pero formalizar esas solicitudes puede llevar meses. Y así, ambas administraciones, aun con ciertos periodos de calma, se pasan la pelota desde hace años.
La familia colombiana terminará durmiendo en el suelo de una iglesia. No se sabe hasta cuándo. El sistema falla. Desde mayo, según el Ayuntamiento, más de 1.400 personas que llegaron a Madrid para pedir asilo se han visto en situaciones parecidas a la de esta familia.
Son más de las 11 de la noche del jueves y el termómetro ha caído hasta los 12 grados. La abogada, Patricia Fernandez Vicens, está ya acostumbrada a acudir a estas llamadas de auxilio y ha venido preparada. En los asientos de atrás, un adolescente de 17 años y una niña de 12 devoran silenciosos los sándwiches que les ha traído, son su primera comida del día. Mientras, la madre de ambos pega la frente en la ventanilla. Huida de Colombia, la familia llegó a la capital el pasado 27 de septiembre, gastó sus últimos 300 euros en dos noches de alojamiento, comida y transporte y ya no tenía dónde dormir.
Con apenas dos maletas y la misión de buscarles un techo, empieza el recorrido a ninguna parte.
La primera parada es el centro municipal de Vallecas, a siete kilómetros de la estación de Atocha. Es casi medianoche. El lugar se llama Las Caracolas y se creó en 2020, tras un año en el que decenas de familias de Venezuela, Colombia u Honduras recién aterrizadas en la capital acabaron durmiendo en la calle porque no había camas para ellas. Como aún no eran formalmente solicitantes de asilo, Migraciones no los atendía. Y el Ayuntamiento, saturado y alegando que no es su competencia, tampoco. En aquella época, como ahora, el Ayuntamiento y Migraciones se señalaban el uno al otro. Pero el centro de Las Caracolas, con cerca de 300 plazas, resolvió en parte la emergencia.
Con la apertura de este centro, el alcalde, José Luis Martínez Almeida, y el ministro José Luis Escrivá, que tienen buena relación, llegaron a un acuerdo para resolver situaciones como la de esta mujer y sus hijos. El Ayuntamiento asumiría esa primera acogida en sus centros y el ministerio se comprometía a derivarlos a sus recursos en 15 días. La rotación evitaría que se repitiesen situaciones de desamparo. Pero el pacto se incumple de forma recurrente El ministerio no deriva con rapidez y el Ayuntamiento, en consecuencia, no acoge.
Esa noche, Las Caracolas tiene algunas plazas libres y a la madre, aterida de frío, se le iluminan los ojos, pero es el equipo de Samur Social, que en ese momento está marchándose con su ambulancia, quien debe valorar si la familia es lo suficientemente vulnerable para dormir ahí o no. “Que tengas dos niños menores y no tengas recursos puede ayudarte”, la tranquiliza una trabajadora del centro. Tres personas se bajan de la ambulancia para evaluar el caso.
— ¿Su intención es solicitar asilo?
— Sí.
— Pues tiene que ir a Cruz Roja presencialmente y ellos le tienen que dar alojamiento. Aquí está repleto. No hay plazas del Ayuntamiento para asilo.
Los trabajadores del Samur ni siquiera llaman a la central para que dé luz verde a la acogida. La responsable aclara que sí sería una emergencia social, porque es una mujer con dos menores que no tiene dónde dormir, pero que no hay plazas para su caso. De paso, le dice que podría haber tenido en cuenta que venía a España sin tener nada.
La mujer ya sabía que venía con lo justo pero, por lo que relata, no tuvo muchas opciones. Hace unos meses se involucró en concienciar a los jóvenes de su ciudad [incluido su propio hijo] para que no se dejasen captar por los clanes paramilitares que se matan por dominar el territorio y eso no gustó. Los Pachencas, que dominan su zona, asaltaron su casa con ella y la pequeña dentro. Se escapó por el patio trasero y ya no volvió. Los hijos de un día para otro dejaron de ir al colegio y la madre dejó su trabajo como guardia de seguridad. “En Colombia no te puedes quedar porque uno no sabe cómo lo hacen, pero te acaban encontrando”, explica. El abuelo de los niños pidió un pequeño préstamo y gracias a eso la familia llegó a España.
Ahora, que España tiene casi 81.000 peticiones de asilo, el doble que el año pasado, el problema vuelve a agravarse. “El acuerdo se ha ralentizado por varias circunstancias como la pandemia, la acogida de refugiados afganos o de la guerra de Ucrania, pero esperamos que se llegue a una solución”, explica un portavoz del ministerio.
En el Ayuntamiento son algo más beligerantes. “Tenemos solicitantes en nuestra red que llevan hasta nueve meses. Está saturada”, mantiene un portavoz del Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social, que gestiona Ciudadanos. “Tenemos que dejar un mínimo de plazas disponibles para atender cualquier otra emergencia que pueda ocurrir en una ciudad de 3,3 millones de habitantes”, añade. “Es terrible tener que elegir entre dar plazas a una familia desahuciada o a una solicitante de asilo, pero a esta situación nos ha abocado el Gobierno central”.
¿Podría el Ayuntamiento crear más plazas para estos perfiles, teniendo en cuenta que Madrid es la primera parada de la mayoría de ellos? Podría. Pero el portavoz advierte: “¿Cuántas plazas tendríamos que abrir? Desde mayo se han quedado sin atender 300 personas al mes. Esto serían 3.600 plazas al año, 12 caracolas. Y el año que viene otras 12. Es inviable. No es nuestra competencia. El Gobierno se comprometió a asumir su responsabilidad”. En el Ayuntamiento rechazan también que el bloqueo sea porque los acogidos no hayan formalizado sus trámites: de las 399 personas que aloja esta, 318 ya son formalmente solicitantes de asilo.
La última advertencia del Ayuntamiento fue en mayo, cuando el delegado del ramo, Pepe Aniorte, reiteró por carta al ministerio que cumpliese con su compromiso de derivar gente cada 15 días. Desde entonces, asegura el portavoz, apenas 86 personas han sido recolocadas. “Se han dejado de atender por falta de plazas a 1.414 personas”, afirma. Según el Ayuntamiento, los plazos no se incumplieron con los 900 refugiados ucranios que han pasado ya por Las Caracolas.
Buena parte del origen de este problema, sin embargo, no está ni en el Ayuntamiento ni en el Ministerio de Migraciones, sino en la calle Amador de los Ríos, sede del Ministerio del Interior. Es este departamento quien gestiona las citas para pedir asilo, hace las entrevistas con las que se estudiará cada caso y resuelve los expedientes. Como el resto, también está saturado. En España, ser oficialmente un solicitante de asilo y, adquirir determinados derechos como la acogida, puede llevar meses, dependiendo de la provincia.
En el caso de la resolución de los expedientes que determinará quién será reconocido como refugiado y quién no, la espera puede ser de años. La lentitud de Interior, que fue muy eficiente en el caso de los ucranios, distorsiona todo el sistema de acogida. Por un lado, los recién llegados se quedan fuera de la red hasta que la policía los registra y, por el otro, los que llevan meses acogidos, aunque no cumplan con los requisitos para ser refugiados, seguirán ocupando una plaza hasta que se dé por cerrado su expediente.
Este lunes, Aniorte se reúne con la nueva secretaria de Estado de Migraciones, Isabel Castro. Mientras, la mujer colombiana y sus dos hijos menores que protagonizan esta historia siguen durmiendo en el suelo de una iglesia. En esa misma parroquia, la San Carlos Borromeo del barrio de Entrevías, otra familia refugiada de siete miembros ―incluido un bebé de 15 meses― espera a que el sistema haga también un hueco para ellos.
108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado AQUÍ CONSTRUIMOS UN FUTURO CON MIGRANTES Y REFUGIADOS [Fuera de España, el lema es «Construir el futuro con los migrantes y refugiados] – 25.9.22 –
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– Página creada el 26.6.22; 18ª actualización el 23.9.22 –
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AUDIOVISUALES: Materiales formativos, para reuniones…Varios temas, cada uno incluye vídeo e imágenes de presentación del tema, frase de la Escritura, frase de Francisco, buena práctica, y pregunta. Tomados de la página de la Sección Migrantes y Refugiados del Vaticano.
RefugiArte: selección oficial 2020-2021.RefugiArte es una iniciativa de ACNUR, involucrando a artistas -que donan sus obras- para ilustrar sobre las situaciones de desplazamiento forzado en América Latina y el Caribe. Ofrecemos esas obras.
LAS CLAVES DE LA PASTORAL CON MIGRANTES. Audio de la entrevista -2.9.22- a Rufino García Antón (delegado episcopal de Movilidad Humana en Madrid) y Jorge Vicente Cervantes (del Equipo de Coordinación Operativa de la Mesa por la Hospitalidad de la diócesis de Madrid).
MENSAJE DE LA SUBCOMISIÓN PARA LAS MIGRACIONES Y LA MOVILIDAD HUMANA de la Conferencia Episcopal Española
A pesar de las oscuridades y las malas noticias que nos invaden, la fe nos dice que hay esperanza, que tenemos un futuro que tiene el don de comenzar a realizarse ya en nuestro presente. Por eso podemos proclamar que «nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia» (2 P 3,13).
Aun así, parece un atrevimiento hablar de futuro en medio de las rupturas de nuestra época, y de las heridas que provoca la emergente epidemia de desesperanza que cala tanto en nuestras vidas como en cada espacio social. Pero la fe nos fortalece y nos coloca en otro camino. Aprendemos a avanzar como Pueblo de Dios en medio de la historia concreta en la que el Señor nos ha colocado para ser su sal y su luz en medio de tantas vicisitudes y retos. Él nos confía su misión.
Con esta convicción la Iglesia, en cada lugar, se pone al servicio del reino de Dios sabiendo que nuestra tarea no es pesimista ni alienante, pues es Cristo mismo quien actúa. Él es quien está presente, nos ama, anima y marcha por delante y cuenta con nosotros «en unión con los suyos, los llamados, los elegidos y los fieles» (Ap 17,14)
Como una gran primavera, el futuro florece en cada momento y echa raíces en la siembra que hacemos hoy, en un mundo globalizado, regado con los flujos migratorios e interconectado. Construirlo es una tarea apremiante, siempre que comencemos aprendiendo a leer y desvelar el paso de Dios por la historia del presente. Así nos pondremos a trabajar en su dirección y no en la nuestra.
La resurrección de Cristo es meta y, al mismo tiempo, semilla que impulsa este futuro; y aunque a veces experimentamos oscuridades, vemos cómo se talan los brotes a nuestro alrededor, o la desesperanza llama a nuestros corazones, la vida del Resucitado siempre resurge porque es la que fluye siempre, como savia nueva, en el interior de cada acontecimiento, pero no olvidamos que en forma de semilla. Por eso este futuro siempre, a pesar de los inviernos, brota exultante desde la humildad, y necesita centinelas atentos que señalen y desvelen los signos de esta fuerza tenue y sencilla de la resurrección. Las migraciones, los movimientos humanos, la vida de los refugiados son hoy lugares privilegiados desde donde Dios nos habla.
La construcción del futuro no es una idea desencarnada. Dios tiene en cuenta nuestro barro y nuestra pobreza. Es más, es por medio de ellas desde donde enriquece al mundo (Cf 2 Cor 8, 9), por lo que no nos escandaliza que nunca el Reino de Dios tenga nombre de éxito o de victoria inmediata, porque sabemos que «llevamos este tesoro en recipientes de barro» (2 Co 4,7). La esperanza de este futuro cuenta con la sencillez del evangelio, con la pedagogía de la Resurrección y con la mirada de María que sabe cantar las maravillas del Señor en medio de la sencillez y la cotidianeidad de un mundo plural y multicultural.
Nuestra sociedad globalizada, tras el trauma de estos años de covid, crisis, flujos migratorios cruentos o guerras cercanas y lejanas, tiene el reto de empujar con esperanza el futuro. Los creyentes tenemos mucho que aportar en este camino esperanzador y en la definición de horizontes. Por ello no podremos dejar que el futuro se construya solo o que otros lo edifiquen. Si no nos movemos o nos quedamos mirando a nosotros mismos y nuestras organizaciones acabaremos llegando a donde no debemos.
Necesitamos sacar lo mejor de nosotros para moldear juntos este proyecto de humanidad abierto y esperanzador. Para hacerlo posible Cristo suscita vocaciones, y nos envía comunidades y migrantes que posibilitan que ese sueño de Dios se realice y se transforme en anuncio y en movimiento que devuelve dignidades arrebatadas. Son los vigías del futuro que nos ayudan, desde Cristo, a edificarlo gota a gota. Tendremos que animar, apoyar y acompañarlos.
Hoy se pone en cuestión el derecho a huir de guerras, hambrunas, de construir una vida familiar en entornos seguros, de buscar una vida digna. Es tiempo de atreverse a mirar el futuro de las migraciones con los ojos de Dios, teniendo en cuenta que lo hacemos en medio de una cultura a veces miope y entretenida en sus pequeños espacios, poniendo fronteras y muros, o agrandando las rupturas que descomponen el plan de Dios.
Nos cuesta hablar con los que no piensan como nosotros, tenemos mil parámetros diversos y pocos puntos de conexión. La mirada de Dios nos hace caer en la cuenta de que hay un lenguaje común con otras maneras de pensar, y es el defender la dignidad humana, reconocerla y comprometernos con vitalizarla allí donde se pone en cuestión. Es el punto de encuentro para dialogar con otras visiones, y una plataforma desde donde podremos ayudar a que nuestros hermanos descubran aquello que les hace realmente felices y para lo que hemos sido creados. No hay futuro sin defensa de la inquebrantable dignidad de cada persona y de vivir con esa dignidad en nuestro mundo.
Este es el paradigma donde nos sitúa la jornada Mundial del Migrante y del Refugiado que este año pretende fijar la mirada en quienes pueden ser privados de la construcción de este futuro si no hacemos nada o si globalizamos la indiferencia. Desde él recibimos nuevas y viejas llamadas:
1- En un mundo cruzado por los flujos migratorios, es tiempo de comenzar a edificar a ritmo de la justicia que mana de Dios. Eso significa que “ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales.” (Ft 171), y, por lo tanto, exige “reconocer y respetar no sólo los derechos individuales, sino también los derechos sociales y los derechos de los pueblos.” (Ft 126)
No hay futuro sin la justicia. La urgencia de la justicia se da en un mundo dividido y lleno de brechas que se pueden sanar y reconciliar, y nunca convertir en rentas para provechos electorales y para alcanzar a poder.
Ante el fenómeno migratorio pensamos en el desarrollo de la justicia que no solo se piensa localmente o desde un entorno concreto, sino que aspira a ser patrimonio de toda la humanidad. Planteamos una justicia global que tenga en cuenta las generaciones futuras, el medio ambiente y los compromisos de todos los pueblos de la tierra.
Jesús nos pide incluir a todos con gestos concretos, pues como cristianos “no tenemos derecho de excluir a los demás, juzgarlos o cerrarles las puertas” (Jornada mundial de las personas migrantes y refugiadas 2022). Ahora se abre la tarea de seguir impulsando espacios y actitudes los desarrollen.
2.- No hay futuro sin atender a quienes forman parte de él, pero tampoco sin ayudar a que sean sujeto de su propia construcción. La realidad de la migración, como signo de nuestro tiempo, nos dice que el anuncio de la esperanza y la construcción del futuro no puede darse sin poner a los migrantes como constructores y parte de la construcción. No se trata de ponernos “nosotros” delante y “ellos” detrás, sino, como dice el papa, construir juntos cada día un “nosotros más grande”.
La Iglesia quiere poner a cada migrante en el centro para escuchar su grito y con él construir el futuro que Dios sueña. Lo que este futuro no tolera es ser construido “para los migrantes” sin la luz y la sal de los migrantes. No podemos olvidar a nadie si queremos vivir la catolicidad del pueblo de Dios.
3.- Un futuro con la sabiduría del migrante. El futuro de todos se construye, además, aprendiendo a descubrir el tesoro que nos traen los migrantes y refugiados.
Como signo de nuestro tiempo nos aportan claves fundamentales para entender el plan de Dios ante el futuro. Su trabajo, su juventud, su sacrificio y su amor a la vida son solo algunas de las grandes bocanadas de aire fresco que traen. Con ellos, y escuchando su experiencia, podremos recuperar y recrear elementos fundamentales de la fraternidad a la que se nos convoca en medio de la diversidad, al tiempo podremos recuperar dimensiones nuevas sobre la forma de ser cristianos hoy. “La presencia de la personas migradas y refugiadas, como en general, la de personas vulnerables representa hoy en día una invitación a recuperar dimensiones esenciales de nuestra existencia cristiana y de nuestra humanidad que corren el riesgo de adormecerse con nuestro estilo de vida lleno de comodidades. (Papa Francisco, Jornada mundial de las personas migrantes y refugiadas 2019). Esto nos estimula a profundizar en nuestras propias convicciones y a reconocer la riqueza de quien llega.
4.- El futuro se construye también preparando a nuestras comunidades para ser acogedoras y hospitalarias, tengan o no migrantes en su seno.
Un futuro “con todos” se forja incorporando la experiencia y la novedad del migrado que ya vive entre ellas, y del migrante que llama a las puertas. Se presenta el reto de seguir construyendo comunidades hospitalarias en todos los aspectos, no delegando ni encapsulando la atención al migrante como un aspecto periférico de la pastoral, sino injertándola en la catequesis, en la predicación, en la oración, en la gestión…
Así, las comunidades que palpitan desde la hospitalidad siembran ese futuro. Se revitalizan con esta savia nueva de la migración que nos llega y se convierten en un signo auténtico de anuncio renovado del evangelio. La fraternidad es posible si generamos comunidades significativas que vivan en su seno la armonía que regala la fe.
Pero es un camino complicado. Los migrantes a menudo no son vistos desde la clave de la dignidad o de su humanidad; hay otras claves en nuestra sociedad que les señalan y les contemplan como estorbo, invasores o ciudadanos de segunda. Son planteamientos dañinos que cruzan la vida ideológica, política o cultural, y que se cuelan en la vida de la fe. “Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y estas actitudes, haciendo prevalecer a veces ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno.” (FT 39).
Por tanto, estaremos atentos a detectar, educar y evangelizar todo sesgo que nos repliegue en nosotros mismos y difunda en nuestros entornos mentalidades lejanas al Evangelio recibido.
La Iglesia en la vida de sus comunidades quiere ponerse al servicio de quien quiera construir este futuro y convocar a nuestra sociedad a caminar hacia la fraternidad universal a ritmo de “amabilidad social” contando con el don de los migrantes y refugiados.
La aspiración es llenar de esperanza nuestro mundo desde el realismo del evangelio. Eso supone aportar un tono nuevo a las relaciones sociales y al modo de edificar el proyecto de futuro, impidiendo que la división o la ideologización destruya puentes e invisibilice a los más vulnerables.
Esta es una Jornada que puede impulsar la necesidad de sacar a la luz tantas realidades vulnerables e invisibilizadas, para rezar por ellos, que afrontan mil dificultades, sufren y lloran en medio de tantas injusticias. Y una ocasión para sensibilizar a nuestras comunidades de las lágrimas de los migrantes, pero también para descubrir el don de Dios que esconde su incorporación a nuestras sociedades y la oportunidad que su presencia nos está dando para recuperar nuestra humanidad y nuestra esperanza.
Ahora animamos en cada espacio a responder y plasmar: ¿cómo podemos construir un futuro donde todos quepan y podamos vivir en paz y fraternidad?
Obispos de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y la Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española
AUDIOVISUAL: Materiales formativos, para reuniones… [tomado del Dicasterio vaticano para el Desarrollo Humano Integral]Cada tema incluye vídeo e imágenes de presentación del tema, frase de la Escritura, frase de Francisco, buena práctica, y pregunta. Los temas son:
RefugiArte: selección oficial 2020-2021.RefugiArte es una iniciativa de ACNUR, involucrando a artistas -que donan sus obras- para ilustrar sobre las situaciones de desplazamiento forzado en América Latina y el Caribe.
Es fácil usar estas imágenes como recurso pastoral desde el arte y la belleza. Basta imprimir cada imagen en una hoja de tamaño A3 (por ejemplo) y colocar bajo cada una el título, autor, y el texto que ofrece éste sobre su cuadro. Un zip con todas las imágenes y con archivos Word de cada una en A3puede descargarse desde este enlace. Y un Word con todos los textoslo ofrecemos en este enlace. Aquí, en la web, si se pincha en una foto, se abre en Flickr; para abrir en pestaña nueva, clic con el botón derecho.
Travesía de la esperanza – Ricardo Parra (Chile)
La esperanza por buscar un nuevo, seguro y próspero futuro.
Sin-documento 483 – Imyra (Brasil)
Caravanas en donde las personas se ven obligadas a salir de sus hogares casi sin pertenencias y a caminar rumbo a otros lugares sin ninguna certeza de lo que van a encontrar en el camino o si van a lograr llegar a algún lugar mejor.
Recuento de incertidumbres - Joel Vladimir Renderos Castillo (El Salvador)
La obra ilustra las relaciones de poder, la delimitación territorial, la mortalidad, el enfrentamiento físico, y la vulnerabilidad humana.
On my way to liberty – Larissa Coelho (Brasil)
Me inspiré en las historias de refugiados y migrantes venezolanos. Escalar y caminar a través de curvas ciegas en las montañas es extremadamente peligroso y doloroso, pero estas personas lo hacen por libertad y seguridad. Traté de representar exactamente esto con una familia de cuatro y su equipaje.
No me quiero rendir – Amanda Rodríguez (Chile)
Cientos de personas quedan varadas en el paso fronterizo Chacalluta (Chile-Perú) debido a que su ingreso al país es rechazado, y Perú cambia las regulaciones migratorias, por tanto, tampoco pueden retornar.
Mi voluntad – Efont (Venezuela)
La inspiración fundamental es todo lo que hemos vivido en Venezuela. Lo más duro es haberme separado de mi hija; tener que verla partir sin saber si la veré de nuevo. Mi gran consuelo es que otro país la ha recibido y le ha dado, sin conocerla siquiera, una nueva luz, una nueva oportunidad de vida.
Los nuevos refugiados – Salomón (El Salvador)
Desplazamientos forzados, que son a raíz de las extorsiones, la pobreza y sobre todo, la violencia de pandillas y que crean un impacto negativo en nuestra cultura, sobre todo en la seguridad de nuestra comunidades vulnerables.
Hogar – Barrial (Perú)
El hogar de las familias esta ahí: en su unión, en sus brazos, los padres cobijan las esperanzas.
Entre nosotros – Ernesto Saade (El Salvador)
El desplazamiento forzado es una problemática muy común en los países latinoamericanos, pero parece que la mayoría de las personas no se da cuenta o elige entregarse a la apatía, a tal grado que las personas afectadas caminan entre nosotros y ni siquiera sabemos que están allí. La luz representa la esperanza a la cual, muchas veces, es a lo único que las personas desplazadas pueden aferrarse.
El corazón en la mochila – Ana Espriella (México).
La obra expresa el momento de cuando una persona se ve obligada a abandonar su país y lo único que puede llevar consigo es el amor por su hogar en el corazón.
El camino truncado – Gabriela Jaime (México)
En algún momento intenté salir a otro país. Yo estaba en una posición privilegiada al tener acceso a una educación, a tomar un avión y tener donde hospedarme. Pero muchas otras personas no. Huyen de la violencia y no tienen la posibilidad de regresar. El camino se torna más violento que la huida, puertas que se cierran una tras otra, es siempre ir empujando.
Desplazado azul – Punche (Ecuador)
El desplazamiento y la fragmentación de los seres que huyen dejando pedazos de su ser a cada paso que dan. Los recuerdos, los sueños, las esperanzas de días mejores, fragmentos de sí mismos a cada país que van dejando atrás.
Desangrar – Alejandro Valencia Vargas (Colombia)
El desplazamiento forzado, como la gota continua que emana de un cuerpo, desangra. Con el color gris se evita la identificación con lugares específicos, se generaliza el mensaje.
Comunidad asediada – Salomón (El Salvador)
Desplazamientos forzados, que son a raíz de las extorsiones, la pobreza y sobre todo, la violencia de pandillas y que crean un impacto negativo en nuestra cultura, sobre todo en la seguridad de nuestras comunidades vulnerables.
Caminando - Javier Garrido (Argentina)
La obra está inspirada en los testimonios de los refugiados hondureños.
Bienvenidos – Vanessa Alexandre (Brasil)
Mi motivación para la producción fue retratar la dura travesía de venezolanos que llegan a Brasil y otros países, con recursos muy escasos y dificultades en el camino. En el tapiz guajira están representadas algunas imágenes: La familia -con una mujer embarazada – y otras escenas que muestran el éxodo de quienes abandonaron el país en medio de las dificultades. Todo esto desde el punto de vista de un niño.
COMUNICADOS DE DIVERSAS ENTIDADES ECLESIALES ANTE LA INHUMANIDAD DE LOS SUCESOS EN MELILLA-NADOR Compañía de Jesús: Obras Sociales — Comunidad de Sant’Egidio Madrid — CONFER — Delegación episcopal de Movilidad Humana (Archidiócesis de Madrid) — Justicia y Paz España — Justicia y Paz Madrid — SERCADE
ANTE LOS SUCESOS ACAECIDOS EN LA VALLA DE MELILLA – Nota de prensa de las obras sociales de la Compañía de Jesús – 27.6.22
CONDENAMOS LA TRAGEDIA DE MELILLA Y PEDIMOS UNA MIRADA MÁS HUMANA DE LA MIGRACIÓN – Comunidad de Sant’Egidio Madrid – 27 de junio de 2022
Más de una veintena de personas han perdido la vida y varios cientos han resultado heridos en la parte marroquí de la Valla de Melilla por el único crimen de anhelar una vida mejor en Europa. Han muerto de esperanza, han sido golpeados, hacinados y maltratados por el sueño de encontrar en España un destino que les aleje de la guerra, la pobreza, los efectos del cambio climático o el hambre. ¿Merece ese anhelo semejante irrespeto a la dignidad humana?
Lo sucedido en Nador, Marruecos, ante la pasividad de las autoridades españolas, es consecuencia de una mirada ensimismada y centrada en un concepto de seguridad fronteriza que criminaliza la migración y no atiende a sus causas profundas. No son invasores, no son enemigos, no son criminales. Son hermanos y hermanas que buscan lo que cualquiera buscaría en una situación similar: vivir dignamente, trabajar y desarrollar todo nuestro potencial como seres humanos.
Por tanto, pedimos a las autoridades que se proteja la vida e integridad de los refugiados y que posibiliten mecanismos que garanticen una migración legal, segura y ordenada, como son los Corredores Humanitarios que se han abierto desde hace años en varios países europeos.
Tanto España, como la Unión Europea deben trabajar más seriamente en planes de acogida e integración con respeto a los derechos humanos y que permitan construir un futuro para tantos hombres y mujeres que huyen de situaciones extremas en sus países de origen.
Asimismo, instamos a un impulso más decidido a la cooperación al desarrollo con los países que sufren guerras (la madre de todas las pobrezas), sequías o desastres naturales por efecto del cambio climático, que permita abordar y mitigar las causas profundas de la migración, entendiendo que no hay mayor “efecto llamada” que la guerra y la pobreza.
La experiencia de la Comunidad de Sant’Egidio, que desde más de 50 años vive una solidaridad concreta con los países y poblaciones más vulnerables, nos permite afirmar que es posible una mirada más humana de los problemas de nuestro mundo.
Desde febrero de 2016, los corredores humanitarios que impulsa Sant’Egidio han permitido que más de 4.000 personas hayan llegado de forma segura a Italia, Francia, Bélgica y Andorra procedentes de campos de refugiados de Líbano, Etiopía, Libia, Lesbos y Afganistán.
Estos nuevos europeos que han podido empezar una nueva vida en los países de acogida, han tenido una oportunidad que miles no tienen en las fronteras físicas y mentales que separan la parte privilegiada del mundo de la gran mayoría que sufre pobreza, exclusión y violencia. Esta experiencia demuestra que la migración segura, ordenada y legal favorece tanto a quienes salen de sus países como a las sociedades de acogida.
Por todo ello, pedimos una nueva mirada de la migración con respeto a los derechos humanos y a la dignidad de cada persona, así como respuestas creativas y valientes para que los anhelos de una vida mejor no sigan llevando a miles de personas a morir de esperanza.
Con estas muertes y heridas en nuestro corazón y para pedir por una mirada más humana hacia los migrantes y refugiados, invitamos a una Oración este miércoles 29 de junio en la Iglesia Ntra. Señora de las Maravillas (C/ Dos de Mayo, 11).
ANTE LA ACTUAL SITUACIÓN DE LA FRONTERA SUR – Comunicado de CONFER – 27.6.22
La CONFERuniéndose a la Vida Consagrada que hace presencia activa en la Frontera Sur española y norteafricana, emite este comunicado ante los últimos acontecimientos en la valla de Melilla.
Ante la trágica situación que ha ocurrido en la valla de Melilla donde un buen grupo de personas migradas han resultado heridas y dándose la trágica circunstancia de la muerte de algunos de ellos, la CONFER suscribe y se adhiere al comunicado emitido por la Delegación Diocesana de Migraciones de Málaga y Melilla y hace explícito el deseo y la preocupación porque la vida humana parece valer tan poco en determinadas circunstancias.
La CONFER ha apoyado y se ha manifestado en diversas ocasiones en favor de la vida, la dignidad y la hospitalidad ante la situación de las personas migradas y refugiadas que intentan buscar un futuro mejor y un lugar donde poder desarrollar sus proyectos en libertad. Rechazamos categóricamente el incumplimiento de los tratados internacionales a los que España está adscrito.
Estamos profundamente consternados ante la desprotección que viven las personas migradas y refugiadas en la frontera sur y manifestamos nuestra preocupación ante la creciente criminalización de migrantes, por eso nos unimos a las palabras del Santo Padre «… es inaceptable que un cristiano comparta esta mentalidad (la criminalización de los migrantes), pues nuestra fe está por encima de cualquier posición política y nos exige respetar la dignidad de la persona, con independencia de su origen, color o religión…»
Nos hacemos uno con la Iglesia de Melilla en su quehacer en favor de los migrantes y queremos unir nuestra voz a la de aquellos que trabajan por recuperar la dignidad y los derechos humanos de nuestros hermanos y hermanas migrantes.
ANTE LA INHUMANIDAD DE LOS SUCESOS EN MELILLA-NADOR – Comunicado de la Delegación episcopal de Movilidad Humana –
Lo ocurrido el pasado día 24 a uno y otro lado de la valla fronteriza entre Melilla y Nador nos hace, una vez más, unir nuestro dolor a los de las personas fallecidas en tales hechos, que encomendamos al Abrazo del Buen Abba Dios. Lamentamos también las heridas que han sufrido bastantes personas, sean de la etnia o nacionalidad que sean. Y, en fin, nos unimos sin reservas a lo ya dicho por la Subcomisión para las Migraciones y la Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española y muchas otras entidades cristianas y civiles.
Pero como Delegación episcopal de nuestra archidiócesis, queremos dirigirnos en este comunicado a nuestras comunidades cristianas y cada uno de sus miembros, al Pueblo de Dios que, en Madrid, estamos llamados a ser presencia viva del Evangelio del Reino. No siempre los cristianos de Madrid estamos libres de actitudes y hechos que muestran aporofobia, racismo, falta de fraternidad ante las personas que migran, y planteamientos ideológicos no acordes con el Dios que no quiere “que se pierda ni uno de estos pequeños” (Mt 18, 14).
Y nos dirigimos a vosotros con palabras del Mensaje del Papa Francisco para la próxima Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (será el 25 de septiembre), empezando ya por su mismo título: “Construir el futuro con los migrantes y los refugiados”. Os invitamos a escuchar al Papa desde la inhumanidad de los sucesos de Melilla-Nador:
«»La ciudad futura es una “ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hb 11,10). Su proyecto prevé una intensa obra de edificación, en la que todos debemos sentirnos comprometidos personalmente. Se trata de un trabajo minucioso de conversión personal y de transformación de la realidad, para que se adapte cada vez más al plan divino».
«A la luz de lo que hemos aprendido en las tribulaciones de los últimos tiempos, estamos llamados a renovar nuestro compromiso para la construcción de un mundo donde todos podamos vivir dignamente en paz».
«La justicia es uno de los elementos constitutivos del Reino de Dios. Nadie debe ser excluido. Su proyecto es esencialmente inclusivo y sitúa en el centro a los habitantes de las periferias existenciales. Es con ellos que Dios quiere edificar su Reino, porque sin ellos no sería el Reino que Dios quiere».
«La inclusión de las personas más vulnerables es una condición necesaria para obtener la plena ciudadanía».
«Construir el futuro con los migrantes y los refugiados significa también reconocer y valorar lo que cada uno de ellos puede aportar al proceso de edificación. Me gusta ver este enfoque del fenómeno migratorio en una visión profética de Isaías, en la que los extranjeros no figuran como invasores y destructores, sino como trabajadores bien dispuestos que reconstruyen las murallas de la Nueva Jerusalén, la Jerusalén abierta a todos los pueblos (cf. Is 60,10-11)».
«Los habitantes de la Nueva Jerusalén mantienen siempre las puertas de la ciudad abiertas de par en par, para que puedan entrar los extranjeros con sus dones: «Tus puertas estarán siempre abiertas, no se cerrarán ni de día ni de noche, para que te traigan las riquezas de las naciones» (Is 60,11). La presencia de los migrantes y los refugiados representa un enorme reto, pero también una oportunidad de crecimiento cultural y espiritual para todos. Podemos madurar en humanidad y construir juntos un “nosotros” más grande».
«Si queremos cooperar con nuestro Padre celestial en la construcción del futuro, hagámoslo junto con nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados. ¡Construyámoslo hoy! Porque el futuro empieza hoy, y empieza por cada uno de nosotros».
Rufino García Antón. Delegado de Movilidad Humana (Migraciones) – Archidiócesis de Madrid.
ANTE LOS SUCESOS ACAECIDOS EN LA VALLA DE MELILLA – Comunicado de Justicia y Paz España- 25.6.22
Justicia y Paz denuncia la cultura de la muerte que hay detrás de la política migratoria europea y española que cada año se cobra miles de vidas.
Los gravísimos sucesos acontecidos durante el día de ayer en el puesto fronterizo de la valla de Melilla en el que los muertos ya se cuentan por decenas y los heridos por centenares no deben calificarse como un episodio más en la gestión de flujos migratorios en el que se asume como normal la represión con extrema dureza por parte de fuerzas policiales, en el que se practican devoluciones en caliente y en el que se intenta desviar la atención de la opinión pública poniendo el énfasis en actuaciones de tipo violento que puedan haberse producido por parte de algunos migrantes sin entrar en las causas profundas que provocan la desesperación de millones de personas que no ven otra solución que entrar a Europa para poder tener un futuro digno.
No debe obviarse que la guerra, el hambre y las persecuciones están detrás de todas y cada una de las historias de las personas que salen de sus países. Tampoco debe obviarse que todos los países de la Unión Europea, además de los países en tránsito son signatarios de la Convención de Ginebra sobre el estatuto de los refugiados que obliga a los estados miembros a proporcionar protección a aquellas personas «que debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no puedan o, a causa de dichos temores, no quieran acogerse a la protección de su país».
La política migratoria de la Unión Europea, a través de sus distintos instrumentos de control fronterizo, entre los que se encuentran el refuerzo de las fronteras terrestres y marítimas, los acuerdos de readmisión y la externalización de la gestión de los flujos a países como Marruecos, Libia, Egipto o Turquía, con un más que dudoso historial en materia de protección de derechos humanos, no hacen sino hacer de las rutas migratorias trampas mortales que cada año se cobran miles de vidas. Normalizando así una cultura de la muerte de las que son cómplices los Estados miembros
Animados por las palabras del papa Francisco que en su mensaje con motivo de la 108 Jornada mundial del emigrante y el refugiado de 2022 animaba a «la inclusión de las personas más vulnerables en la sociedad como condición necesaria para obtener la plena ciudadanía», desde Justicia y Paz condenamos las prácticas que impiden u obstaculizan el ejercicio del derecho a solicitar asilo a todas las personas que reúnen las condiciones para ello. También exigimos , al igual que lo han hecho otras entidades una investigación exhaustiva a los gobiernos español y marroquí sobre su actuación en estos lamentables hechos al tiempo que lamentamos profundamente la falta de empatía que el presidente del Gobierno español ha mostrado en todo este lamentable episodio.
Comisión General Justicia y Paz
Comunicado de Justicia y Paz Madrid MUERTE EN LA VALLA 28 de junio de 2022
CON LA MUERTE DE LOS JÓVENES SUBSAHARIANOS HAN MUERTO SUS DERECHOS
Puedes leer el comunicado aquí abajo. O descargarlo en PDF en este enlace.
ANTE LOS SUCESOS DE MELILLA NADOR – Comunicado del Servicio Capuchino para el Desarrollo y la Solidaridad (SERCADE) – 27.6.22
Los sucesos de Melilla – Nador del pasado viernes 24 de junio nos cubren de dolor. Solamente negando la condición humana de las personas muertas ese día se entiende la indiferencia de buena parte de la comunidad internacional y de los responsables políticos ante las consecuencias de las políticas de control y seguridad en las fronteras. Quienes además han aplaudido una intervención saldada con víctimas nos llevan a la repugnancia.
Estas palabras no pretenden acusar pero sí señalar a quienes tienen la responsabilidad en la búsqueda de soluciones a la constante vulneración de dignidad y vida de tantas y tantas personas en los mares y pasos fronterizos que rodean Europa. No es un debate exclusivamente sobre la entelequia de los derechos humanos, es un debate sobre si somos capaces de asumir muertes de seres humanos como consecuencia de nuestros privilegios o si en cambio preferimos repensar nuestro sistema ético y de prioridades sociales.
Este fin de semana ha sido tiempo de vigilia… sobrecogidos seguiremos acompañando a los hermanos de quienes han fallecido… pero no es justo quedarnos en la compasión. La reflexión sobre el 24 de junio de 2022 debe llevarnos a un compromiso desde el que elaboremos el dolor en exigencia de cambio. Cualquier administración que tenga competencias para generar vías seguras de migración, cualquiera que pueda evitar el desastre y la ruptura de 30 familias ante la muerte de un hijo, de un hermano o de un padre… tiene desde este viernes una responsabilidad extra en no mirar a otro lado.
Desde SERCADE queremos mandar un abrazo de cariño y fraternidad para toda la comunidad migrante, para aquellos que conviven con nosotros exigiendo cumplimiento de sus derechos y ciudadanía, para quienes están en tránsito y ojalá encuentren aliento a sus sueños y para sus comunidades de origen. Paz y bien para todos ellos.
Día Mundial del Refugiado – 20.6.22 COMUNICADO DE LA MESA POR LA HOSPITALIDAD DE LA IGLESIA DE MADRID – Al final de la entrada puedes descargar el Comunicado en PDF –
La Mesa por la Hospitalidad de la diócesis de Madrid, formada por la Delegación de Pastoral de la Movilidad Humana, Cáritas Diocesana, Justicia y Paz de Madrid, Confer Madrid, la Comunidad de Sant´Egidio, SERCADE y Pueblos Unidos, quiere unir su voz a la de las entidades eclesiales y civiles que trabajan en la defensa de los derechos de todas las personas que diariamente se ven forzadas a desplazarse por el hambre, las guerras, el deterioro medioambiental, las persecuciones y otras formas de injusticia. Según un reciente informe de la ACNUR, “por primera vez desde que se tienen registros, el número de personas en situación de desplazamientoforzado superó la cifra de los 100 millones, es decir, el 1´3% del planeta”. Y lo hace para manifestar lo siguiente:
La acogida a las personas refugiadas es muy importante, pero no puede reducirse a un mero acto de buena voluntad. Esa acogida implica, efectivamente, calidez, humanidad, la “compasión” (padecer-con) samaritana del evangelio. Se trata también de una acogida que se enraíza en los terrenos de la justicia, de los derechos humanos, de lo que “debemos” ofrecer más allá de nuestros sentimientos, gustos u oportunidad social y política.
En este sentido, nos preocupa gravemente cómo, lejos de avanzar en el ejercicio de derechos ya reconocidos, vamos retrocediendo de una manera peligrosa en la práctica de los mismos: las dificultades para solicitar el empadronamiento, las restricciones en la atención sanitaria, la enorme tardanza en conseguir cita para solicitar el asilo, el gran número de denegaciones que se producen, etc. Son otras tantas formas de maltrato que la sociedad inflige a personas cuyo único “delito” es soñar con su derecho a un futuro mejor para ellos y para sus familias. En positivo, compartimos la tarea de todos aquellos colectivos sociales y eclesiales que apuestan por unas medidas legislativas adecuadas que regularicen la situación de tantas personas que están contribuyendo, de hecho, al enriquecimiento en todos los sentidos de nuestra sociedad. Como ya hemos manifestado en más de una ocasión, pedimos que sereconozca por derecho lo que ya es un hecho.
Las diferentes administraciones, con sus respectivas competencias, tienen la tarea de garantizar el pleno desarrollo de esos derechos y de propiciar los recursos necesarios para llevarlos a la práctica. Lamentamos con mucho dolor que, con demasiada frecuencia, lejos de aunar y coordinar esfuerzos, cada administración culpa a las otras de lo que no hacen y se escudan en que tal o cual materia compete a las otras administraciones y no a ella: “unos por otros y la casapor barrer”. Abogamos por un ejercicio responsable y generoso de la política ejercida al servicio del bien común y en defensa de los más débiles. En positivo, colaboramos y colaboraremos lealmente con todas las iniciativas que favorezcan la acogida, la protección, la promoción y la integración de las personas
El Papa Francisco no se cansa de urgirnos una y otra vez a construir “un nosotros cada vez más grande”. Ese “nosotros” incluye también a las sociedades y países que, aun muy distintos al nuestro, merecen que les incluyamos en el camino para ser “fratelli tutti” (todos hermanos). Lo cual implica la construcción de un nuevo orden internacional en el que nadie se vea obligado a salir de sus países y a sufrir vejaciones sin cuento -mortales muchas veces- en mares, desiertos, vallas y muros fronterizos.
Recientemente, Sami Naïr, pensador francés de origen argelino, señalaba que “la llegada de millones de ucranios ha despertado una solidaridad loable. Ahora habría que universalizarla para que no se revele discriminatoria”. Y hacemos nuestra su apuesta final: “Frente al auge delpopulismo xenófobo, es el momento de convertir el principio dehospitalidad en valor cardinal de la civilización. Los ucranios, y los demás refugiados, merecen beneficiarse de una política de asilo digna, equitativa y universal. ¡Ojalá si la bienvenida reacción de la UE frente a esta tragedia pudiera servir también para mirar de cerca el futuro del sistema de asilo!”.
Finalmente, en esta Jornada Mundial del Refugiado, queremos poner en un lugar destacado a las miles de personas y grupos que, en Madrid y en el mundo entero, se ponen de parte de los refugiados con su tiempo, su saber, su cariño, sus posibilidades materiales, su trabajo entrelazando redes y sinergias y, en fin, dando fuerza a sus palabras con la engañosa sencillez de su quehacer cotidiano. En la Iglesia de Madrid, reconocemos muchos de esos rostros, incluyendo gente que por su edad o situación personal, lo “único” que hacen es orar por los refugiados, dolerse con sus dolores y sonreír con sus avances.
– Carta abierta y Peticiones de la Mesa por la Hospitalidad ante la crisis de Ucrania – ACOGIDA DE MIGRANTES FORZOSOS Y REFUGIADOS[puedes descargar el documento pulsando este enlace]
Madrid, 7 de marzo de 2022
Peticiones concretas:
Pisos y viviendas dispuestos para ser habitados por familias y migrantes forzosos.
Otros espacios para acoger a personas refugiadas con calidad y calidez.
Ayudas económicas en la cuenta: ES20 0075 7007 8306 0736 8971
Personas comprometidas que de forma voluntaria quieran participar en la Hospitalidad.
Que cada cual ayude a difundir esta llamada en sus ámbitos e impulse espacios de diálogo y reflexión en torno a la invitación del Papa Francisco a comprometernos con un nosotros más grande y que no haya más vallas y muros visibles e invisibles.
Por último, pero no menos importante, recemos a Dios intensamente por la paz, porque como decía San Juan Crisóstomo “Nada en el mundo es más fuerte que el justo que reza”.
La Mesa por la Hospitalidad de la Archidiócesis de Madrid renueva su compromiso y llamada para impulsar acogida y cultura de Hospitalidad en nuestra diócesis, en nuestros barrios y ciudades.
«Todos estamos en la misma barca y estamos llamados a comprometernos para que no haya más muros que nos separen, que no haya más otros, sino sólo un NOSOTROS, grande como toda la humanidad» (Papa Francisco)
De nuevo, el susurro cotidiano de las migraciones y la movilidad humana se tornan en grito y clamor cuando la guerra, la crisis humanitaria y la opresión vuelven a expulsar de sus casas a quienes nunca quisieron dejar atrás familia, trabajo, amigos, tierra y hogar. Hoy Ucrania se suma a Centroamérica, Siria y a tantos países africanos y de otras latitudes que viven el drama de la migración forzada.
En 2018 lanzamos un llamamiento para impulsar la solidaridad en nuestra diócesis, a través de una carta del Cardenal D. Carlos Osoro y un díptico explicativo del contexto de crisis de acogida vivida en nuestras calles como consecuencia de la escasez de recursos en plena ola de frío. A ello se sumó la llegada de refugiados centroamericanos y de las personas procedentes de la frontera sur o de Siria. Acto seguido, se movilizaron parroquias, la vida consagrada, entidades, algún colegio y muchos particulares. Tras dos años, podemos decir que más de 1000 personas han encontrado refugio en los recursos sencillos y generosos que mes tras mes se han ido activando. Especialmente damos las gracias al empeño de cientos de personas voluntarias y a las parroquias que, noche tras noche, siguen abriendo sus puertas. Un gran paso que ha multiplicado la sensibilidad y la hospitalidad, pero que no es suficiente.
Llamados a ser una Iglesia valiente, que mira de frente y con compasión las realidades más sufrientes, observamos el éxodo ucraniano: según ACNUR, son más de millón y medio las personas que han huido de Ucrania en búsqueda de refugio. Como todos nos tememos, la cifra seguirá aumentando cada día con cada nuevo ataque y cada nueva agresión al pueblo ucraniano. Al igual que en otros conflictos bélicos, la mayor parte de las personas buscará asilo en los países más cercanos. Sin embargo, un gran número llegará a nuestras ciudades. Muchos ya lo están haciendo, sumándose así a otros migrantes forzosos.
La Mesa por la Hospitalidad ni quiere ni debe suplir a las administraciones públicas. Pero es el momento de “ensanchar nuestra tienda” y constituirnos en una diócesis en salida, al encuentro de los que llegan huyendo de la violencia y de la opresión. Muchas personas comienzan a alzar a su voz y a ofrecer solidariamente viviendas y espacios de acogida y por ello hacemos de nuevo un llamamiento para amplificar y multiplicar la solidaridad.
Necesitamos un compromiso mayor para “acoger, proteger, promover e integrar” a las personas forzosamente desplazadas. Por eso, nos dirigimos a las parroquias, congregaciones religiosas, movimientos, familias y particulares, con las peticiones concretas que aparecen al principio.
La Mesa por la Hospitalidad de la Iglesia en Madrid, que está integrada porCáritas Madrid, la Comunidad de Sant’EgidioMadrid, Confer MigracionesMadrid, la Delegación Episcopal de Movilidad Humana, Justicia y PazMadrid, Pueblos UnidosySercade, fue convocada en 2015 por el cardenal Osoro para abordar la situación de los refugiados y desplazados que llaman a las puertas de Europa y dar una respuesta conjunta y coordinada desde la Iglesia madrileña.