Eucaristía «Morir de Esperanza» – 29.9.24

Comunidad de Sant’Egidio – Madrid
EUCARISTÍA «MORIR DE ESPERANZA»
– En la Jor. Mund. del Migrante y del Refugiado 2024 –

[Con información de la web de Sant’Egidio – Madrid]

INFORMACIONES POSTERIORES AL EVENTO:

Crónica y álbum de fotos en la web de Sant’Egidio en este enlace.
Audio de la homilía de Mons. Martín Muñoz en este enlace.
Crónica  en la web de Cáritas Madrid en este enlace.
Crónica  en la web de la archidiócesis en este enlace.

Jornada Mund. del Migrante y del Refugiado 2024. Comunidad de Sant'Egidio - Madrid. EUCARISTÍA "MORIR DE ESPERANZA".La Comunidad de Sant’Egidio en Madrid recordará con nombre propio a algunas de las personas que han fallecido el último año en busca de una vida mejor en Europa y en las distintas rutas migratorias del mundo.

Eucaristía «Morir de Esperanza» — Domingo 29 de septiembre: 110ª Jornada Mundial del Migrante y Refugiado  — 19.00 en la iglesia Ntra. Sra. de las Maravillas (calle del Dos de Mayo, 11) — Preside el obispo auxiliar de Madrid, Vicente Martín Muñoz.

Durante esta emotiva liturgia, que rompe con el anonimato de quienes pierden la vida en busca de futuro, se encenderá una vela en recuerdo de los nombres de algunas de las personas fallecidas durante estos viajes de la esperanza, que en su mayoría terminan en tragedia convirtiendo el Mediterráneo y otras rutas migratorias en auténticos cementerios anónimos. Asimismo, la Eucaristía «Morir de Esperanza» ofrece un momento de reflexión y busca propiciar un mayor compromiso de acogida e integración en un momento en que las guerras, el hambre, la pobreza y la crisis climática expulsan a más de 120 millones de personas de sus países, según los últimos datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Detrás de estas alarmantes estadísticas se esconden desgarradoras historias, tragedias, sueños y esperanzas de madres, padres, jóvenes y familias enteras, que no queremos que caigan en el olvido. Recordar de forma personal a quienes mueren en busca de futuro es también una forma de no olvidar que a pesar de las muchas vicisitudes, «Dios camina con su pueblo», tal y como destaca el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2024. Como en tiempos del éxodo bíblico hacia la tierra prometida, Dios camina con su pueblo, pero también camina en su pueblo, porque se identifica especialmente con los últimos, los pobres, los marginados.

La Comunidad de Sant’Egidio convoca la Eucaristía Morir de Esperanza, en colaboración con la Archidiócesis de Madrid a través de la Delegación Diocesana de Migraciones y la Mesa de la Hospitalidad. También participará en la celebración el Coro de la Asociación Karibú, que con sus cantos africanos, nos recuerda la fuerza, vitalidad y esperanza del continente de donde proceden una buena parte de los migrantes que se juegan la vida en búsqueda de la tierra prometida.

Francisco: «El Señor está con los migrantes, no con quien los rechaza»

Francisco:«EL SEÑOR ESTÁ CON LOS MIGRANTES EN EL MEDITERRÁNEO, NO CON QUIENES LES RECHAZAN»
El Papa ha pedido que las fronteras no se militaricen, sino que se abran vías legales y seguras para los migrantes y así combatir la trata.

[Tomado de Alfa y Omega 28.8.24]
TEXTO COMPLETO DEL PAPA en este enlace

Ángeles Conde Mir —

Francisco ha hecho un paréntesis este miércoles en su ciclo de catequesis sobre la acción del Espíritu Santo y ha dedicado la audiencia general a hablar sobre migración tras la lectura del libro del Éxodo.

Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2024. Cartel Dicasterio 01.De una manera concreta y clara, ha centrado su reflexión en el drama de las personas que se ven abocadas a atravesar mares y desiertos para buscar una vida mejor, o en palabras del Papa, «para alcanzar una tierra donde vivir en paz y seguridad». Ha explicado que en las vivencias que le cuentan los migrantes, las palabras «mar» y «desierto» se repiten con una connotación, evidentemente, muy negativa como lugares «donde han sido abandonados a su suerte».

Francisco ha recordado que el Mediterráneo, el mare Nostrum, «se ha convertido en un cementerio».«La mayor parte de estos muertos podrían haber sido salvados», ha exclamado el Papa que, con frecuencia, escucha a supervivientes o rescatadores en el Mediterráneo.

De manera muy directa, ha asegurado que «hay quien opera sistemáticamente y con todos los medios posibles para rechazar a los migrantes». «Cuando se hace esto con consciencia y responsabilidad, es un pecado grave», ha sentenciado el Pontífice.

El Papa no solo ha señalado el mar como lugar de muerte. También ha hablado de los desiertos en los que perecen de hambre y sed tantas personas. Sin ir más lejos, ha recordado a Fati y Marie, la esposa y la hija de Pato, a quien Francisco ha dado un trabajo en el Vaticano tras conocer su terrible historia. El Pontífice ha criticado que, en un tiempo en el que los drones y satélites vigilan cada rincón del planeta, no se quiera ver a estas mujeres y niños que sufren en el desierto. «Solo Dios ve y escucha su grito. Y esta es una crueldad de nuestra civilización», ha reconocido.

Dios está con los migrantes, con los que llora y espera, como hizo durante el éxodo del pueblo de Israel. Por eso, el Papa ha afirmado que «el Señor está con nuestros migrantes en el mare Nostrum, el Señor está con ellos, no con quienes los rechazan».

«Hay una cosa en la que todos podemos estar de acuerdo: En esos mares y desiertos mortales, los migrantes no tendrían que estar», ha señalado.

No a la militarización de las fronteras

También ha ofrecido su fórmula para detener las muertes en estas rutas migratorias y combatir a los traficantes de seres humanos: «No es mediante leyes más restrictivas, no es con la militarización de las fronteras, no es con las expulsiones como vamos a obtener este resultado. Lo obtendremos ampliando las vías de acceso seguras y regulares para los migrantes, facilitando el refugio para quien escapa de las guerras, las violencia, la persecución y las tragedias; lo obtendremos favoreciendo una gobernanza global de las migraciones fundada en la justicia, la fraternidad y la solidaridad. Y uniendo fuerzas para combatir la trata de seres humanos, para detener a los criminales traficantes que sin piedad explotan la desgracia de los demás».

Francisco no ha querido terminar esta particular catequesis sin invitar a pensar en los muertos en tantas tragedias en Lampedusa o aquella de Crotone en la que perecieron 94 personas en un naufragio. Por ello, ha dado las gracias a quienes, como «buenos samaritanos», salvan a estos migrantes. «Son signo de una humanidad que no se deja contagiar de la cultura de la indiferencia y del descarte», ha dicho el Papa que ha mencionado expresamente a Mediterranea Saving Humans. Esta ONG trabaja en coordinación con la Conferencia Episcopal Italiana. El pasado fin de semana, su nave rescató a más de 180 personas de una muerte segura en el mar.

Estos rescatadores están en primera línea, pero si no se puede estar en un barco salvando vidas humanas, Francisco ha invitado a rezar por estos migrantes a quienes «se quiere echar», ha concluido.

Intención del Papa: «Por los que huyen de su país»

Intención de Oración del Papa Francisco – junio 2024
«POR LOS QUE HUYEN DE SU PAÍS»

«Queridos hermanos y hermanas quisiera que en este mes oremos por los que huyen de su país.
Al drama que viven las personas forzadas a abandonar su tierra huyendo de guerras o de la pobreza, se une muchas veces el sentimiento de desarraigo, de no saber a dónde se pertenece.
Además, en algunos países de llegada, los migrantes son vistos con alarma, con miedo.
Aparece entonces el fantasma de los muros: muros en la tierra que separan a las familias y muros en el corazón.
Los cristianos no podemos compartir esta mentalidad. El que acoge a un migrante, acoge a Cristo.
Debemos promover una cultura social y política que proteja los derechos y la dignidad del migrante. Y que los promueva en sus posibilidades de desarrollo. Y que los integre.
A un migrante hay que acompañarlo, promoverlo e integrarlo.
Oremos para que los migrantes que huyen de las guerras o del hambre, obligados a viajes llenos de peligro y violencia, encuentren aceptación y nuevas oportunidades en la vida».

CIE de Aluche: Semana Santa de cenáculo y catacumbas

Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche – Madrid
UNA SEMANA SANTA CON SABOR A CENÁCULO Y CATACUMBAS
– 24 a 31 de mar. de 2024 –

Rufino García Antón
Capellán del CIE de Aluche
y Deleg. episcopal de Migraciones

Al comenzar la Semana Santa, nuestro Arzobispo, D. José Cobo, nos ofrecía tres claves para vivir la Semana Santa: adoración y contemplación, implicación y actualización y acortar la pasión y los viacrucis que hay a nuestro alrededor (ver el vídeo en este enlace). Pues bien, con esas tres claves me dispuse a vivir la Semana Santa en el CIE, que tuvo tres momentos: el Domingo de Ramos, el Jueves Santo y el Domingo de Pascua.

Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche - Madrid. UNA SEMANA SANTA CON SABOR A CENÁCULO Y CATACUMBASEn cuanto a la primera clave, siempre recuerdo, cuando voy los jueves a escuchar a quienes quieren hablar conmigo y los domingos a celebrar la Eucaristía, el episodio de la zarza ardiendo y cómo Dios le dice a Moisés que se descalce, porque el sitio que pisa es terreno sagrado (Ex 3, 2-5). No es que el CIE como espacio físico sea un sitio sagrado, más bien al contrario, porque allí las personas están encerradas en contra de su voluntad, pero, precisamente por eso, estas personas encarnan el rostro vivo y sufriente de Cristo hoy y para acercarse a ellas hay que desnudarse y descalzarse interiormente.

Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche - Madrid. UNA SEMANA SANTA CON SABOR A CENÁCULO Y CATACUMBASEn cuanto a la segunda clave, la de la implicación y la actualización, la hemos vivido las personas internas y yo en la celebración de la entrada de Jesús en Jerusalén y en la lectura de la Pasión el Domingo de Ramos, en la celebración de la Última Cena de Jesús y en el lavatorio de los pies el Jueves Santo y en la celebración de la Resurrección de Jesús el Domingo de Pascua. Han sido celebraciones densas e intensas, con sabor a cenáculo y catacumba, en las que, con la sencillez de un ramo de olivo, la humildad de la palangana y la toalla y un sobrio gesto de la paz hemos resaltado la entrada de Jesús en Jerusalén, el amor hecho servicio y la paz que nos trae el Resucitado. Y la mesa del altar con lo imprescindible: un icono de María, una cruz modesta, una vela, el pan y el vino, y la Biblia. Hemos participado en torno a unas veinticinco personas (el Jueves Santo algunas menos) y hemos vivido unas celebraciones verdaderamente actualizadas, porque las personas que hemos estado en ellas no hemos tenido que hacer ningún esfuerzo para actualizarlas; allí se encontraba Jesucristo en medio de nosotros, compartiendo y haciendo suyas nuestra fragilidad, nuestra incertidumbre y nuestra esperanza, sí, nuestra esperanza también. Impresionaba contemplar los rostros atentos, doloridos, dignos y agradecidos de quienes están privados de la libertad exterior, pero poseen los dones más preciados de la fe y de la confianza en Dios y del agradecimiento a quienes, modestamente, intentamos aliviar su sufrimiento. Si tuviera que destacar el gesto que más profundamente me ha impresionado durante estos días, este gesto se realizó el Jueves Santo cuando, por iniciativa de una de las personas participantes en la celebración, no solo les lavé yo los pies a quienes lo desearon, sino que una de ellas me los lavó a mí también. Sin comentarios.

En cuanto a la tercera clave, la de acortar la pasión y los viacrucis que hay a nuestro alrededor, esa es una tarea que se realizó durante estos días allí por el propio dinamismo transformador de lo vivido y celebrado, y es una tarea que estamos llamados a seguir realizando quienes, de una u otra forma, contribuimos a aliviar el dolor y el sufrimiento de quienes padecen una situación de indefensión e incertidumbre, producto de un sistema injusto que construye vallas, muros y centros de internamiento, y es una llamada a aplicarnos en la tarea de construir puentes y espacios de encuentro y de libertad. Es, por tanto, una tarea de acortar la pasión y los viacrucis y, a la vez, de vivir en la dinámica de la Resurrección.

Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche - Madrid. UNA SEMANA SANTA CON SABOR A CENÁCULO Y CATACUMBAS

Estampa que se entregó a todos/as el Jueves Santo

 

Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche - Madrid. UNA SEMANA SANTA CON SABOR A CENÁCULO Y CATACUMBAS

Estampa que se entregó a todos/as el Domingo de Pascua

ESPIRITUALIDAD DE LA ACOGIDA (Rufino Gª Antón)

ESPIRITUALIDAD DE LA ACOGIDA
– Rufino García Antón –
(Delegado episcopal para la Pastoral de la Movilidad Humana)

[Este texto recoge la charla dada el 23.2.23 a los equipos de acogida de las cáritas parroquiales de la zona rural de la Vicaría VIII -Colmenar Viejo-]

Introducción:

Espiritualidad de la acogida. Rufino García Antón. Migraciones.Por espiritualidad entendemos las razones de fondo que dan sentido a lo que hacemos y nos motiva a hacer lo que hacemos. Siendo el quehacer muy importante (”A Dios rogando y con el mazo dando”), tan importante es saber por qué lo hacemos y para qué lo hacemos. En este sentido, la espiritualidad da consistencia a lo que hacemos con la perspectiva de los corredores de fondo que saben que deben entrenarse para una carrera larga, en nuestro caso, un carrera que dura toda la vida. La espiritualidad nos capacita para mantenernos en forma y firmes durante esa carrera, con sus vaivenes, con sus altibajos, con sus dificultades y logros…., pero siempre con la esperanza que alienta nuestro caminar.

En esta reflexión nos estamos refiriendo a la “espiritualidad de la acogida”, es decir, a las motivaciones que alientan ese quehacer tan extraordinario que realizáis en las acogidas de las Cáritas parroquiales y a la forma de situarnos ante las personas que acuden a vuestras acogidas. Seguramente, con cierta frecuencia, os sintáis en la urgencia de dar respuestas concretas ante las situaciones que se os vayan presentando y quizá también con angustia por no saber cómo responder a esas situaciones concretas y no tener las herramientas necesarias para resolver esas situaciones.

La espiritualidad nos ayuda también a saber resituar y redimensionar con paz y paciencia el alcance de nuestras capacidades y posibilidades y también de nuestras limitaciones y fragilidades, con la consciencia de que hacemos lo que podemos y llegamos hasta donde llegamos.

Una última consideración introductoria es que, al hablar de la espiritualidad de la acogida, utilizaré el término acogida en sentido amplio: el de la acogida que ofrecéis en las Cáritas parroquiales, el de la acogida que puede darse en nuestras relaciones personales, el de la acogida que estamos llamados a darnos en nuestras comunidades parroquiales, en la acogida que debemos ofrecer al diferente, etc.

Algunas claves para la espiritualidad de la acogida

 1.- La espiritualidad: capacidad y recurso para la inclusión social

Tomo prestado todo el contenido de este primer apartado de un artículo de Carlos García de Andoin, doctor en Ciencias Políticas y Licenciado en Psicología y en Teología, escrito en la revista Iglesia Viva La espiritualidad: capacidad y recurso para la inclusión social«, 288, octubre-diciembre 2021, pp. 99-106).

Dice lo siguiente:

“La Espiritualidad en la Acción Social no se refiere aquí a esta dimensión desde el punto de vista de las personas voluntarias o profesionales de lo social, sino a la espiritualidad desde el otro lado, el de quienes sufren las diferentes formas de exclusión social. Pensar el lugar de lo espiritual en la Acción Social desde esta óptica no es un reto exclusivo de las entidades de la Iglesia, sino quehacer de todas aquellas entidades de la Acción Social que quieran responder de una forma integral a la persona, a su dignidad y a sus necesidades. Es estrictamente necesario si entendemos los procesos de inclusión desde la perspectiva de las personas, como elemento sustantivo del propio itinerario de inclusión en la sociedad”.

2.- La mirada que acoge y que ve más allá y más adentro

 En negativo, lo formularíamos con esa expresión de que “no hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oír”.

En positivo, nos fijamos en el valor y en la importancia de la mirada: la mirada real y física, con los ojos de la cara; la mirada del corazón; y la mirada con los ojos de Dios. 

  1. La mirada real y física: es importante mirarnos a la cara y a los ojos cuando nos hablamos. Las miradas dicen mucho, hablan por sí solas. A veces no hace falta hablar.
  2. La mirada del corazón: la mirada que ve desde dentro y mira más adentro, que no se queda en la superficie de lo que ve, sino que escudriña los secretos más íntimos de la persona a la que acogemos y con la que nos encontramos (“el corazón tiene razones que la razón desconoce”, Blas Pascal).
  3. La mirada con los ojos de Dios: Dios nos mira con ojos de misericordia y nos quiere con entrañas de misericordia, tiene un corazón compasivo, no en el sentido en el que a veces se ha utilizado la palabra “compasión” como “lástima”, sino en el de “sufrir con” (referencia a Ex 3, 7-10).

 3.- La escucha atenta y empática que nos coloca en el lugar del otro y de los otros

Nos sirven aquí las mismas consideraciones que hacía en el apartado anterior sobre la mirada que acoge y que ve más adentro: la escucha atenta y real con los oídos (“Dios nos ha dado dos oídos para escuchar y un lengua para habla”); escuchar con los oídos del corazón; y escuchar con los oídos de Dios.

 La escucha atenta y empática nos coloca en el lugar del otro y nos permite conocer e ir más allá de lo que nos dice. A veces nos sucede que estamos oyendo lo que el otro nos dice, pero no le escuchamos; estamos ya pensando en lo que vamos a decirle sin escuchar lo que nos está diciendo. Si no escuchamos, difícilmente vamos a acoger lo que el otro nos está diciendo.

Escuchar así es escuchar con el corazón. Y escuchar así es escuchar como Dios nos escucha, siempre atento a nuestra realidad para acompañarnos en el camino de la vida.

La actitud de la escucha tiene mucho que ver con la actitud contemplativa que, lejos de ser una actitud pasiva, como a veces pudiese pensarse, es una actitud profundamente activa, porque nos lleva a ver a y a escuchar la realidad con los ojos y con los oídos de Dios. Y ese ver y escuchar la realidad con los ojos y con los oídos de Dios nos lleva a comprometernos en la transformación de la realidad a la manera de Dios, con el amor como eje transformador de la realidad.

 4.- La consideración del otro y de los otros como iguales en lo esencial y diferentes en lo secundario

 La espiritualidad de la acogida coloca a la persona en el centro. Y las personas somos iguales en lo fundamental (capacidad de amar, de pensar y de sentir; iguales en dignidad; hijas e hijos del mismo Padre y hermanas y hermanos unos de otros desde una perspectiva creyente) y diferentes en otros muchos aspectos: rasgos físicos, formas de ser y de pensar, pertenecientes a diferentes culturas y países; de diferentes confesiones religiosas y espiritualidades;….. La convivencia es el arte de armonizar lo que nos une y lo que nos diferencia en un proyecto de vida en común a todos los niveles: relaciones interpersonales, vida familiar, vida comunitaria, trabajo en equipo, vida eclesial, vida social, vida en un país, vida en el mundo…… Acogernos unos a otros desde nuestra radical igualdad y desde nuestras diferencias secundarias en clave de enriquecimiento es un elemento fundamental en la espiritualidad de la acogida.

5.- Acompañarnos en el camino de la vida y construir el futuro juntos

  1. Parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-37).
  2. Parábola del juicio final (Mt 25, 31-46).
  3. Caminantes de Emaús (Lc 24, 13-35).
  4. La encíclica del Papa Francisco “Fratelli Tutti”.
  5. El lema de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de este año: “Construir el futuro con los migrantes y refugiados”.
  6. Tiempo de Cuaresma y tiempo del Sínodo (“Ensancha el espacio de tu tienda”).

Somos compañeros de camino que nos acompañamos, nos encontramos y nos acogemos mutuamente.