Población de origen inmigrado – España 2020

POBLACIÓN DE ORIGEN INMIGRADO – ESPAÑA 2020
El Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) publica otro año más el informe anual ‘Población de origen inmigrado en España, 2020’, elaborado bajo la dirección de Josep Buades Fuster.
Se trata de un análisis demográfico, a la luz de los datos oficiales, de población extranjera y nacida en el extranjero en España y su evolución durante la última década. Asimismo el informe se detiene en los grupos de población foránea más relevantes.

A comienzos de 2020, la población nacida en el extranjero suponía casi un 15% de la población total, cerca de 7 millones de personas (de las cuales un 28% son ciudadanos de algún estado de la UE), mientras que la población extranjera residente era del 11%. Respecto a 2019, la mayor variación positiva de cifras tuvo lugar entre la población residente nacida en el extranjero (+457.864). El saldo migratorio se sitúa en 454.232, una magnitud superior a la de la población total.

Entre los principales grupos de población inmigrada según su país de nacimiento, Marruecos (+800.000), Rumanía (casi 580.000) y Colombia (casi 500.000) son las tres principales nacionalidades extranjeras. Les siguen Ecuador, Venezuela, Reino Unido, Argentina y Perú.

El informe concluye que se acentúa la tendencia de movimientos migratorios iniciados en 2016, destacando sobremanera el crecimiento de población de Venezuela, seguida de Colombia, Marruecos y Honduras. El ideario público que en 2018 relacionaba entradas extranjeras con entradas irregulares, desde 2019 se entiende la diversidad de orígenes: más centroamericanos y caribeños por un lado, marroquí por otro; y europeo y chino, en los que destacan los perfiles de solicitantes de protección internacional. La pandemia de covid-19 ha tenido efectos claro en la reducción de llegadas migratorias por el cierre de fronteras internacionales. Las incógnitas de futuro son saber cuánto durará este cierre y cómo afectará la crisis económica derivada de la pandemia en los flujos migratorios.

Puedes leer el Informe aquí abajo, o descargarlo aquí.

La expulsión como arma contra la estancia irregular

LA EXPULSIÓN COMO ARMA CONTRA LA ESTANCIA IRREGULAR
Las personas que entran y residen en un país de forma irregular se enfrentan a una creciente vulnerabilidad, más aún ahora con la pandemia mundial. Se calcula que en España son 500.00 personas que viven en esta situación.

La expulsión, arma contra la estancia irregular. Informe SJM.Este nuevo informe del SJM (Servicio Jesuita a Migrantes) aborda lo que establece La Ley de Extranjería española sobre la situación irregular en cuanto a sanciones de multa e infracción o expulsión, poniendo el acento en las sentencias del TJUE de 2015 y 2020 para poder, así, plantear finalmente algunas reflexiones: ¿debe ser considerada la estancia irregular como una infracción grave? ¿Debe ser castigada con la expulsión? ¿Y aun con una multa? Establecemos, por último, con ayuda de las respuestas a estas preguntas, un claro posicionamiento ante esta situación.

Léelo aquí abajo, o descarga el PDF en este enlace.

CIE y COVID-19: un doble encierro

CIE y COVID-19: UN DOBLE ENCIERRO
La pandemia agrava las condiciones de los migrantes en estos centros, que se cerraron durante la primera ola

[Tomado de Fran Otero para Alfa y Omega; 13.2.21]

CIE y COVID19. Doble encierro.

[Vigilia ante el CIE de BCN (30.1.21). Imagen de Sol Quiñónez]

Los centros de internamiento de extranjeros (CIE) son, según denuncian habitualmente las organizaciones sociales y, entre ellas, la Iglesia, una medida de política cosmética para trasladar a la opinión pública que se está actuando en materia migratoria. Una afirmación que, además, se sostiene con datos. Según las cifras recabadas por Alfa y Omega, los internos en los seis CIE abiertos en nuestro país –el de Valencia está inactivo por obras– en la última semana superaban los 150. Una cifra que contrasta con los migrantes que han entrado de forma irregular durante el mes de enero: 3.214. «Es una mala lotería», dice Josep Buades, director de la Asociación Claver y coordinador de Frontera Sur del Servicio Jesuita a Migrantes.

La pandemia todavía la refuerza más, aunque esta no haya sido el motivo principal del cierre de los CIE entre marzo y septiembre. Lo fue la imposibilidad de realizar deportaciones y por eso ahora, con una situación sanitaria más complicada en algunas regiones, estos se mantienen abiertos y recibiendo internos. El último en reactivarse tras su remodelación fue el de La Piñera, en Algeciras, con chicos desde finales de enero. Hace una semana solo había tres, según detalla Buades, que los pudo visitar.

La mayoría de los que habitan tras los muros de estos lugares son marroquíes –aunque también hay grupos de subsaharianos– llegados en patera. Muchos llegan del Rif, una zona muy deprimida a nivel social y económico y, además, con un conflicto político con el resto de Marruecos. Entre ellos hay solicitantes de asilo, migrantes económicos y personas con residencia en la UE que se quedaron atrapados en Marruecos por la pandemia durante una visita a la familia – y que decidieron embarcarse en una patera para volver–; también hay personas que llevan ya diez años en España, la mitad en la irregularidad. Hay migrantes como varios senegaleses que consiguieron volar a Barcelona desde Canarias y que fueron detenidos nada más bajar del avión e internados en el CIE tras haber estado en libertad en las islas. O un joven marroquí que sufrió la misma situación y que fue enviado al centro de Aluche, en Madrid. Allí lo doblegó el sufrimiento e intentó suicidarse. Fue expulsado.

No ha sido el único caso de intento de lesión en este centro, según explica Ana Bosch, abogada y responsable de visitas al CIE de Pueblos Unidos. También refiere «mucha presión policial» y varias huelgas de hambre.

La COVID-19 está afectando mucho a los internos en todos estos centros. No solo por las limitaciones de estos lugares para cumplir todas las medidas que aconsejan las autoridades sanitarias, sino también porque se hace más difícil la atención por parte de las organizaciones sociales que los visitan.

Visitas entre mamparas

Los voluntarios que sí pueden entrar los CIE que lo permiten han visto cómo la pandemia también ha precarizado la atención. Se han colocado mamparas, habilitado espacios comunicados solo por ventanas… En el caso del CIE de Madrid –la comunicación se hace, además, a través de un teléfono– se impide la presencia de los intérpretes, por lo que la comunicación se hace muchas veces a través de aplicaciones de móvil. «Hay obstáculos y esto afecta a nuestra capacidad de identificar vulnerabilidades», reconoce Ana Bosch, de Pueblos Unidos.

Sin visitas en Barcelona

En Barcelona, los voluntarios de Migra Studium no han vuelto a entrar en el CIE tras la reactivación en octubre. Según explica Josetxo Ordóñez, responsable del grupo de visitas, la presión de las entidades sociales provocó que uno de los jueces de control –hay dos– reconociese que son un derecho de los internos, pero la otra resolvió que estaban suspendidas por la pandemia. «Son resoluciones contradictorias ante las que el fiscal ha pedido una aclaración».

En estos momentos también están restringidas las entradas de ONG a los centros de Barranco Seco (Las Palmas), Sangonera (Murcia) y Hoya Fría (Tenerife). En los dos últimos hay sendos brotes de COVID-19. En Murcia los cuatro positivos, según explica Juan Guirado, de la ONG Convivir Sin Racismo, han sido derivados a un recurso humanitario, mientras que en Tenerife los positivos están pasando la cuarentena en el propio CIE. «No es un espacio preparado para personas enfermas ni para controlar los contagios», explica Arancha Méndez, responsable de Migraciones en Cáritas Diocesana de Tenerife.

Como en Madrid, donde contagiarse de COVID-19 en el CIE supone un encierro más. Las cuarentenas, explica Ana Bosch, se pasan en una celda sin comunicación, sin contacto con nadie, con la única distracción del teléfono móvil durante cuatro horas al día, las estipuladas para todos los internos. «Nos preocupa cómo puede afectar esto a la salud mental de las personas y cómo se está controlando, sobre todo, cuando ha habido intentos de suicidio», añade la abogada.

Con todo, las condiciones de estos lugares no parecen las más adecuadas para salir indemnes de la COVID-19. En Murcia no tienen aseo en la celda ni lavadora; solo una pila y una valla para tenderla. En Algeciras no hay detergente, mientras en Madrid no cuentan con gel hidroalcohólico, solo jabón. En estos y otros CIE tampoco tienen ropa para cambiarse y no está claro el protocolo para la sustitución de mascarillas: o no se facilitan o se dejan a la consideración del propio interno.

Europa limita las expulsiones de menores no acompañados

LA JUSTICIA EUROPEA LIMITA LAS EXPULSIONES DE MENORES NO ACOMPAÑADOS AL EXIGIR UNA ACOGIDA ADECUADA TRAS EL RETORNO
La sentencia choca con los planes de la UE de acelerar las devoluciones a través del nuevo pacto migratorio, aún pendiente de aprobación.

[14.1.21.Tomado de Guillermo Abril, para El País]

Europa limkta expulsión menores no acompañadosEl Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha dictado este jueves una sentencia de calado sobre los retornos de los niños migrantes. Antes de tomar una decisión sobre la expulsión de un menor no acompañado, un Estado miembro tiene la obligación de cerciorarse y verificar que en el país de retorno existe una recepción adecuada. La interpretación del TJUE supone una lectura que parece ir contra los tiempos que marca en la actualidad la UE, que busca aprobar este año un pacto migratorio cuyo centro de gravedad oscila en torno a la expulsión acelerada de los migrantes.

La resolución, que ha sido emitida como respuesta a una duda prejudicial planteada por los tribunales de Países Bajos, se centra en el caso de un menor originario de Guinea-Conakry, llegado a este país en un momento sin determinar, pero que a los 15 años presentó una solicitud de asilo. En Ámsterdam, según recoge el tribunal europeo con sede en Luxemburgo, el chico fue víctima de trata de seres humanos y explotación sexual, y en la actualidad sufre secuelas en forma de graves trastornos psíquicos. Las autoridades neerlandesas determinaron que no procedía concederle el estatuto de refugiado al chico, en una decisión que equivalía a una decisión de retorno. El menor interpuso entonces un recurso, alegando que no sabía dónde se encontraban sus padres, ni siquiera si sabría reconocerlos, y desconocía si tenía más familia.

“Cuando un Estado miembro pretenda dictar una decisión de retorno contra un menor no acompañado”, argumenta la sentencia del TJUE, “debe tener necesariamente en cuenta, en todas las fases del procedimiento, el interés superior del niño”, lo cual implica llevar a cabo una “apreciación general y exhaustiva de la situación de este menor”. El menor, añade el tribunal, “aunque haya sido objeto de una decisión de retorno, no podría ser expulsado en caso de inexistencia de una acogida adecuada en el Estado de retorno”.

Europa limkta expulsión menores no acompañados

La duda en el tribunal de Países Bajos se suscitó porque en el derecho neerlandés se señalan diferencias en función de si el menor tiene más o menos de 15 años. En el caso de los menores de 15, las autoridades llevan a cabo una investigación en relación con la existencia de una “acogida adecuada” en el Estado de retorno, tal y como está previsto en la directiva europea de retorno. Si no existen las condiciones adecuadas, se concede a estos menores un permiso de residencia ordinario. Pero si el afectado es un menor de 15 años o más, como el caso sobre el que dirime el TJUE, esta investigación no se lleva a cabo.

Al contrario, las autoridades neerlandesas suelen esperar entonces a que los menores alcancen la mayoría de edad (18 años) para ejecutar posteriormente el retorno. Así, durante el período comprendido entre su solicitud de asilo y la obtención de la mayoría de edad, la residencia de un menor no acompañado de 15 años o más en Países Bajos “sería irregular, pero tolerada”, asevera la justicia europea.

Aunque la petición de decisión prejudicial planteada por el Tribunal de Primera Instancia de La Haya se refiere a esta distinción entre menores con más o menos de 15 años, la respuesta europea, como sucede a menudo, arroja una interpretación cuyos efectos podrían tener consecuencias en la próxima normativa europea sobre migración, actualmente en fase de debate.

El varapalo de los jueces europeos a la interpretación y los procedimientos habituales de las autoridades neerlandesas es claro. “Un Estado miembro no puede distinguir entre los menores no acompañados únicamente en función del criterio de su edad para comprobar la existencia de esa acogida”, les exige.

El TJUE explica también que los países han de ser consecuentes: si se adopta una decisión de retorno respecto de un menor no acompañado, tras haberse cerciorado de la existencia de una acogida adecuada, no debería abstenerse de proceder a su expulsión hasta que haya alcanzado los 18 años, lo cual dejaría al menor en un limbo. Pero si no se le expulsa en ese momento, no se le podría expulsar después sin cerciorarse de que efectivamente la situación de acogida sigue siendo adecuada para el menor.

Esta interpretación europea, que exige un examen riguroso y exhaustivo, choca con las intenciones de la UE, que busca un pacto migratorio que “blinde las fronteras” con el refuerzo de unos 10.000 agentes de Frontex y proceda a la expulsión inmediata, desde la misma frontera, de aquellos que no tienen derecho al asilo, tras un examen de su caso y sus circunstancias que debería “estar listo en un plazo de cinco días, ni uno más”, según aseguró recientemente en una entrevista con este diario Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión Europea para Asuntos Migratorios.

En 2019, cerca de 14.000 solicitantes de asilo en la UE fueron menores no acompañados, según cifras de Eurostat, en una tendencia que sigue una línea descendente desde el máximo registrado en 2015, durante la crisis de refugiados, cuando alcanzaron los 92.000.